lunes, 9 de marzo de 2009

Hebreos 5:8-10

EL SACERDOTE PERFECTO: JESUCRISTO

¿Qué hace un sacerdote? ¿Necesitamos sacerdotes hoy? ¿Por qué hay tanta polémica sobre el tema? A la verdad, hay mucha confusión en el cristianismo acerca del sacerdocio. Algunos afirman que como Dios estableció el sacerdocio en el Antiguo Testamento, todavía se necesitan sacerdotes. Otros opinan que el Nuevo Testamento cambió todo, y que hoy no debe haber sacerdotes. ¿Quién tiene la razón?

Vamos a estudiar algunos conceptos bíblicos acerca del sacerdocio.

A. EL MINISTERIO DE LOS SACERDOTES. Hebreos 5:1-4.

1. El ministerio de ofrecer sacrificios por el pecado. Hebreos 5:1.
Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados,

En Hebreos vemos que Jesús es el gran sumo sacerdote. Para entender lo que significa esto, tenemos que mirar el oficio desde el Antiguo Testamento. En Hebreos 5:1-4 tenemos un resumen de las calificaciones y deberes del sumo sacerdote.
• Tuvo que ser tomado de entre los hombres, es decir, tuvo que ser humano. Un ángel, por ejemplo, no podía servir de sumo sacerdote. Por este mismo motivo, Dios Hijo tuvo que nacer en la raza humana para poder ser nuestro sumo sacerdote.
• El sumo sacerdote representa a los hombres delante de Dios. Presenta las ofrendas donativas (como el holocausto y la ofrenda de paz), y los sacrificios por el pecado (como la ofrenda por el pecado y la ofrenda expiatoria).

2. El ministerio de tener compasión con los débiles. Hebreos 5:2.
para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad;

El sumo sacerdote también estaba en el deber de mostrar paciencia y misericordia a los pecadores, sabiendo que él mismo era débil y pecaba.
Aunque esto fue el intento de Dios al establecer el sacerdocio, la verdad es que muchos de los sacerdotes levíticos, en vez de mostrar paciencia y compasión, se llenaron de orgullo por su cargo de autoridad en el pueblo, y abusaron de su posición. Elí, el sumo sacerdote que crió a Samuel, acusó a la madre de Samuel de estar borracha cuando había llegado al tabernáculo para orar (1º de Samuel 1:12-15). Los sacerdotes en tiempo de Jesús estafaban a la gente con relación a las ofrendas y sacrificios, y así se enriquecían ilícitamente.
Jesús, en cambio, se hizo hombre para identificarse completamente con nuestra condición. Aceptó nuestras limitaciones, y vivió bajo los efectos del pecado ajeno. Aunque nunca pecó, Jesús entiende lo difícil que es para nosotros resistir la tentación. Entiende nuestros pesares y dolores, porque él sufrió mucho más de lo que cualquier de nosotros tenemos que sufrir. Es nuestro paciente y compasivo sumo sacerdote, porque comparte nuestra humanidad.

3. El ministerio de ofrecer sacrificios por el propio pecado. Hebreos 5:3.
y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.

Los sacerdotes levíticos tuvieron que ofrecer animales en sacrificio por sus propios pecados antes de que pudieran ofrecer ofrendas por el pueblo. Jesús en cambio, no tuvo que ofrecer sacrificio alguno por su propio pecado, porque era intachable. Ni aun sus enemigos podían encontrar el más mínimo pecado en su vida (Juan 8:46). Solamente Jesús pudo ofrecer el sacrificio perfecto por el pecado del mundo. Lo pudo hacer porque él era perfecto. Lo pudo hacer porque era Dios y también era hombre.

4. Tiene que ser llamado por Dios al ministerio. Hebreos 5:4.
Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.

El cargo de sumo sacerdote, o aun sacerdote, fue de tanto honor y responsabilidad que sólo Dios podía elegirlo. El primer sumo sacerdote fue Aarón, el hermano mayor de Moisés. En el Antiguo Testamento tenemos el relato de tres ocasiones cuando otras personas fuera de la línea de Aarón intentaron usurpar los privilegios y ministerios del sacerdocio. En cada caso el intento resultó en fracaso.

Veámos tres casos de hombres que trataron de usurpar el sacerdocio.

Números 16:1-7, 17-18, y 35-40.
¿Quiénes se rebelaron contra Moisés y Aarón? Los principales eran Coré, Datán y Abiram, y con ellos On hijo de Pelet.
¿Cuántos se presentaron con incensarios delante de Dios? 250
¿Qué pasó con los que se presentaron con incensarios aquel día? Los 250 murieron quemados.
¿Por qué motivo dijo Dios que se usara el bronce de los incensarios para forrar el altar? Los incensarios habían sido consagrados a Dios. El uso del material de ellos en el altar recordaría a los israelitas que ninguno sino los descendientes de Aarón tuvieron el privilegio de servir como sacerdotes delante de Dios.

1º de Samuel 13:1-14.
¿En qué situación estaba el rey Saúl y el pueblo de Israel? Estaban en guerra contra los filisteos.
¿Por qué decidió Saúl ofrecer un animal en sacrificio a Dios? Había esperado siete días y el profeta y sacerdote Samuel no había llegado. Los israelitas estaban asustados, y desertaban las filas de Saúl.
¿Cuál fue el resultado de su atrevimiento? Dios le dijo que su reino no sería duradero. Perdería el privilegio de reinar por no respetar el sacerdocio.

2º de Crónicas 26:14-21.
¿Cómo se llamaba el rey del relato, y por qué fue famoso? El rey era Uzías, y fue famoso por las fortificaciones novedosas que hizo en Jerusalén.
¿Cómo se rebeló contra Dios? Uzías trató de ofrecer incienso en el templo. Siendo rey, trató de usurpar el sacerdocio.
¿Qué le sucedió como consecuencia de su rebelión? Se volvió leproso.



Es interesante que dos de las personas que intentaron usurpar los derechos y responsabilidades del sacerdocio eran reyes. Tenían poder civil, y querían poder eclesiástico. Dios los reprendió severamente. El privilegio de ser sacerdote no es para todo el mundo. Dios mismo nombró a los sumo sacerdotes legítimos y él protegió el sacerdocio de contaminación de otras líneas.


B. EL MINISTERIO DEL SACERDOTE PERFECTO. Hebreos 5:5-10.

1. Jesús fue nombrado por Dios como sacerdote. Hebreos 5:5-6.
Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar; Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

De la misma manera que ningún sumo sacerdote podía tomar este honor sobre sí mismo, Jesús tampoco se hizo sumo sacerdote. El mismo Jehová Dios que declaró que el Mesías era su Hijo en Salmo 2:7, también lo declaró sacerdote para siempre en Salmo 110:4.
Como vimos anteriormente, cuando dice la Escritura que Dios “engendró” a Jesús, se está refiriendo a la resurrección. Jesús es el eterno Hijo de Dios. No “llegó a ser Hijo” cuando resucitó. Más bien, la resurrección fue la confirmación de su divinidad. Si no hubiera sido Dios, no podía haber resucitado de la manera que hizo. Jesús dijo en Juan 10:17-18 que iba a poner su vida y que nadie se la podía quitar. También dijo que él tenía poder para volver a tomar su vida después de la muerte. La resurrección confirmó sus palabras y su identidad.
Más adelante, en Hebreos capítulos 7 al 10, veremos en detalle acerca del sacerdocio de Jesús según el orden de Melquisedec. Por ahora, solamente tomaremos nota de paso de quién era Melquisedec.
Encontramos a este personaje en Génesis 14:17-20. Abraham lo conoció después de la campaña militar exitosa que hizo contra cuatro reyes que habían secuestrado a su sobrino Lot. El nombre “Melquisedec” quiere decir “Rey de justicia”. Gobernaba la ciudad llamada “Salem” que quiere decir “paz”. Salem fue el pueblo original en el sitio de Jerusalén. En adición a ser “Rey de Justicia” y “Rey de paz”, Melquisedec también fue sacerdote al Dios verdadero. Cuando Abraham pasó por su territorio, recibió su bendición, y le dio diezmo del botín que había conseguido en la campaña.
Melquisedec es el único sacerdote-rey que tenemos en la Biblia, de modo que sirve como símbolo o tipo del Señor Jesucristo. Además, el significado de su nombre, y el pueblo que gobernaba nos hablan de nuestro Salvador y Rey. Al pensar en todos los detalles que él entretejió para preparar la venida de su Hijo Jesucristo, debemos maravillarnos y adorar delante de nuestro Dios. El reinado y sacerdocio de Melquisedec en especial, nos ayudan a entender el complejo y eterno ministerio de Jesús.

2. Jesús ofrecía oraciones fervientes mientras estaba en la tierra. Hebreos 5:7.
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Durante su vida aquí en la tierra, Jesús fue conocido por su constancia en la oración. Se deleitaba en comunicarse con su Padre, y se apartaba para pasar horas hablando con él. En algunas ocasiones oraba con gran intensidad y llanto.
• Juan 12:27-28. Jesús estaba turbado y angustiado al pensar en el precio que tendría que pagar por nuestra salvación. Fue tentado a orar que el Padre le rescatara de la muerte que le esperaba, pero se limitó a pedir que el Padre fuera glorificado. ¡Qué ejemplo de consagración y amor! ¿El Padre oyó su oración? Claro que sí. Respondió del cielo diciendo que había glorificado su nombre y que lo haría a través del sacrificio del Hijo.
• Mateo 26:38-42. En el huerto de Getsemaní Jesús agonizó en oración. Su dolor espiritual fue tan intenso que sudó gotas de sangre (Lucas 22:44). Jesús rogó al Padre que si fuera posible rescatar a la perdida humanidad por otro medio, que él no tuviera que morir crucificado. No fue el terrible dolor físico que horrorizaba a nuestro Señor, sino tener que cargar en su cuerpo y alma nuestro pecado. Fue la separación de su amado Padre. Fue recibir en su propia alma el golpe de la ira de Dios sobre el pecado. Sin embargo se sometió a la voluntad de su Padre. Voluntariamente fue a la cruz y soportó el último en dolor físico, emocional, y espiritual. Lo hizo por amor al Padre. Lo hizo por amor a ti y a mí. ¿El Padre oyó su clamor? Claro que sí. Aunque fue su voluntad que Jesús muriera en la cruz, no lo dejó en desgracia e ignominia. Lo resucitó en poder y gloria, y le ha dado un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:8-11).
• Lucas 23:46. Sobre la cruz el Señor Jesús entregó su alma al Padre. Hebreos 5:7 alude al Salmo 22, salmo mesiánico que habla de la crucifixión del Mesías. Este salmo menciona la oración constante de Jesús sobre la cruz, su angustia al ser desamparado del Padre, y su confianza que al fin ganaría la victoria. ¿El Padre vio las lágrimas de su amado Hijo mientras entregaba su vida en la cruz? ¡Claro que sí! Las vio, y oyó sus ruegos. No lo rescató de la muerte en la cruz, pero lo libró del poder de la muerte. Lo resucitó en poder y gran gloria. La resurrección fue la respuesta del Padre a las súplicas del Hijo.
Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte. De esta manera mostró su temor reverente. Se sometió enteramente a la voluntad del Padre, y recibió la respuesta de honor, poder, y gloria sublime. Es nuestro Salvador, Rey, y Sumo sacerdote, porque un día escogió hacer la voluntad del Padre y entregarse a la muerte a nuestro favor.

3. Jesús fue perfeccionado para el ministerio del sacerdocio por el sufrimiento. Hebreos 5:8-10.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia, y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Con base en estos versículos algunos han sacado conclusiones erróneas acerca de Jesús y la salvación que él ofrece. Vamos a mirar algunos de estos errores.
• Jesús en su niñez y juventud fue desobediente y tuvo que sufrir disciplina para aprender a ser obediente. Esta teoría es falsa, porque dice en varias partes de la Biblia que Jesús era perfecto.

¿Qué dicen los siguientes textos acerca la perfección de Jesús?
Juan 8:46. Los mismos enemigos de Jesús sabían que su vida era intachable.

2ª a Corintios 5:21. Jesús no conoció el pecado. (Conocer quiere decir experimentar, o saber por la experiencia. No había pecado en él.)

Hebreos 4:15. Jesús fue tentado severamente en todas las maneras que somos tentado, pero no pecó.

Hebreos 7:26. Jesús es santo, inocente, sin mancha, y apartado de los pecadores. Vivió entre nosotros, y sufrió por causa del pecado ajeno, pero no fue contaminado por nuestra maldad.

1ª de Pedro 2:21-22. Jesús no cometió pecado alguno, ni engañó de ninguna manera.

• Jesús no nació moralmente perfecto, y tuvo que ser perfeccionado de la misma manera que nosotros después de creer en él. Este error es parecido al anterior, y se comprueba su patente falsedad por los mismos versículos. Jesús fue Hijo de Dios desde su concepción (Lucas 1:35). No tenía una naturaleza pecaminosa, ni tampoco cedió al pecado en ningún momento. Moralmente, Jesús no tuvo que ser perfeccionado, porque era de naturaleza y de comportamiento perfecto en todo sentido.
• No basta confiar en Jesús como Salvador para ser salvos. Tenemos que mostrar nuestra fe por las buenas obras para poder recibir la vida eterna. Este error es sutil, porque de hecho, una persona que ha creído en Jesús como Salvador tendrá una vida más santa y pura. Las buenas obras son evidencia de la vida nueva que hemos recibido por la fe (Santiago 2:17 y Efesios 2:8-10). El error consiste en una mala interpretación de la frase “para todos los que le obedecen”. En las Escrituras muchas veces se usan los verbos “creer” y “obedecer” como sinónimos, porque la verdadera fe produce obediencia, y nuestra conducta está íntimamente relacionada con lo que creemos. El orden que Dios enseña en su Palabra es:
1) Creemos en Jesús como Salvador.
2) Dios nos da vida eterna como respuesta a nuestra fe.
3) La evidencia de la vida nueva que tenemos en Cristo es obediencia.

¿Cómo muestran los siguientes versículos que el creer y el obedecer están relacionadas?

Hechos 6:7. Los sacerdotes que creyeron en Jesús y formaron parte de la iglesia de Jerusalén “obedecían a la fe”. Es decir, obedecer a la fe y creer en Jesús quieren decir la misma cosa.

Romanos 10:16. La frase “no todos obedecieron al evangelio” está en contraposición a la frase “¿quién ha creído a nuestro anuncio?”, de modo que en este caso, obedecer y creer son sinónimos.

Juan 6:28-29. Los judíos preguntaron a Jesús qué tenían que hacer para obedecer a Dios. Jesús respondió que para “hacer la obra de Dios”, o sea, para obedecerlo, tenían que creer en él que Dios había enviado. Cuando creemos en Jesús como Salvador, estamos obedeciendo a Dios.


En resumen, obedecemos a Dios cuando creemos en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador. De hecho, este es el único mandamiento de Dios que somos capaces de obedecer, porque sin Cristo, todos nuestros esfuerzos para agradar a Dios fracasan.

Habiendo visto algunas interpretaciones falsas, ¿cuál es el significado verdadero de Hebreos 5:8-9? ¿En qué sentido aprendió Jesús la obediencia por las cosas que sufrió? Tenemos que entender esta frase según el contexto. El versículo 7 habla de cómo Jesús oraba con angustia y lágrimas con relación a su muerte. Jesús obedeció al Padre de todo corazón, y se sometió a su voluntad sin reserva alguna. Sin embargo, no le fue fácil obedecer. El Padre pidió a Jesús lo que no pide a ningún otro ser humano. Le pidió que presentara su vida en sacrificio por el pecado del mundo. Sufría profunda angustia de corazón al pensar en la cruz. Este sufrimiento le enseñó lo difícil que es para nosotros obedecer a Dios. El aprendió en carne viva el costo de la obediencia, y por eso puede simpatizar con nuestras luchas para obedecer a nuestro Padre celestial.
¿En qué sentido fue Jesús perfeccionado? En este versículo, perfeccionar no quiere decir “quitar defectos”, “sino preparar”. Jesús no tuvo que ser disciplinado para apartarle del pecado, pero tuvo que ser preparado para su obra magna en la cruz. Todo lo que sufrió durante su vida lo iba preparando para hacer ese sacrificio.
Podemos ilustrar la idea de perfeccionar en ese sentido al pensar en cómo se maduran los frutos. Imagínate un mango verde sin defecto alguno. Ese mango es perfecto en el sentido que está completo y que no tiene mancha ni anomalía. Sin embargo, tiene que ser perfeccionado por el tiempo, el sol, y la lluvia hasta que esté listo para comer. Cuando apenas nace del botón el mango es perfecto, pero tiene que pasar por un proceso hasta estar perfecto para comer. De la misma manera, Jesús durante toda su vida fue perfecto y sin tacha en su comportamiento ante Dios y los hombres, pero tuvo que pasar por la preparación de muchos sufrimientos en anticipación de su muerte por nosotros en la cruz.

Cuando había sido preparado durante largos años, Jesús se sometió a la muerte en obediencia al Padre. En este acto sublime, vino a ser el autor de la salvación para cada persona que cree en él. No hay salvación en ninguna otra persona. Jesús es el único Dios-hombre que ha andado en esta tierra. Es el único que dio su vida por nosotros. Es el único que resucitó en su propio poder en un cuerpo eterno glorificado. Es el único que tiene autoridad de otorgar la vida eterna a los que acuden a él por la fe. Como consecuencia de todo esto, es el único que tiene el derecho de ser nuestro Sumo sacerdote en el cielo.