jueves, 11 de septiembre de 2008

Hebreos 4:1-10

Hay un libro en el Antiguo Testamento que tiene el título “Jesús”. ¿Puedes adivinar cuál es? Es el libro de Josué. “Josué” fue tomado del nombre en hebreo, y “Jesús” del mismo nombre en griego, pero tienen la misma raíz y quieren decir “Jehová salva” o “Salvador”. Como la sección de Hebreos que estamos estudiando menciona varias veces tanto a Josué como a Jesús, sería interesante hacer una comparación entre ellos. Dios no hace nada por azar, y el hecho de que el nombre del líder de Israel concuerda con el nombre humano del Hijo de Dios no fue un accidente. Veremos algunas similitudes entre ellos.

JOSUE. Su nombre quiere decir “Jehová salva”.
JESUS. Su nombre quiere decir “Jehová salva”.

JOSUE. Fue siervo de Moisés hasta la muerte de éste (Exodo 33:11).
JESUS. Vino al mundo como el siervo divino (Mateo 20:28).

JOSUE. Se sometió a Dios, y siguió sus instrucciones al pie de la letra (Josué 5:13-15).
JESUS. Se sometió totalmente al Padre, y cumplió todo lo que el Padre le encomendó (Juan 4:34 y17:4).

JOSUE. Guió a Israel a la victoria militar en Canaán (Josué 24:18).
JESUS. Está guiando a su pueblo a la victoria espiritual (Juan 16:33).

JOSUE. Dio reposo a Israel en Canaán en el sentido que descansaron de peregrinar en el desierto y tomaron posesión de la tierra prometida (Josué 23:1).
JESUS. Da reposo en esta vida a los que creen en él en el sentido que les libra del pecado, y les da la paz de Dios (Romanos 5:1-2 y Filipenses 4:7).

Josué y Jesús. Josué dio reposo limitado a Israel, pero Jesús da reposo completo a los que acuden a él.


REPOSAMOS EN CRISTO POR LA FE. Hebreos 4:1-10

1. ¿De qué reposo estamos hablando?

Como vimos en el estudio anterior, Jesús ofrece tres clases de reposo a los que confían en él y se someten a su voluntad.
• El reposo de la salvación eterna. El creyente reposa en Cristo cuando recibe el perdón de sus pecados y el regalo de la vida eterna (Mateo 11:28, Hebreos 4:3). Este reposo depende totalmente en la obra de Cristo a su favor, y nunca se puede perder.
• El reposo de la sumisión. El creyente reposa en Cristo después de la salvación cuando se somete a él en obediencia total. Esta es la vida cristiana victoriosa, y la vida controlada por el Espíritu Santo (Mateo 11:29-30, Hebreos 4:11-13, Efesios 5:18-20).
• El reposo eterno. El creyente encontrará perfecto reposo en la eternidad con Cristo. No habrá más lucha contra el pecado, y estará en plena unión con su amado Salvador (Hebreos 4:9, Apocalipsis 14:13).

Hebreos habla de todos estos reposos espirituales, y entendemos de cuál estamos hablando por el contexto. Como puedes ver, el pasaje que estudiaremos hoy se refiere a la primera y la tercera clase de reposo.

2. El peligro de no reposar en Cristo. Hebreos 4:1.
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.

Este versículo empieza con una palabra que asusta a algunos creyentes. Empieza con “temamos”. Ahora bien, ¿qué debemos temer? ¿Debemos temer perder la salvación como enseñan algunos? Claro que no. Debemos temer caer en los mismos pecados de Israel: la obstinación, la rebelión, y la incredulidad. Israel fue librado por Dios de la esclavitud, pero no entró en el reposo de Canaán por muchos años, por su falta de confianza en Dios.
Dios ofreció reposo a Israel, pero ellos no lo disfrutaron por muchos años a causa de la incredulidad. Dios todavía está ofreciendo reposo espiritual a los que quieren recibirlo. En este pasaje es probable que el autor de Hebreos está haciendo un juego de palabras entre “reposo” y “herencia” las cuales se usan como sinónimos en varios textos en la versión Septuaginta. (Véase Deuteronomio 3:18-20 y 12:9-19.) En estos textos, Moisés claramente define el “reposo” de Israel en Canaán como la “herencia” que Dios les ha prometido. Ellos rechazaron su herencia, pero nosotros no debemos hacerlo.
¿Qué quiere decir esto para nosotros hoy? En primer lugar, Dios nos está ofreciendo un reposo exquisito, y una herencia eterna. Podemos aprovechar su oferta por la fe. Cuando creemos su palabra, y actuamos sobre ella, nuestra alma descansa en Jesús. Al no creer perdemos el reposo que Dios nos ofrece. ¿Cómo lo perdemos? Hay dos maneras:
• El incrédulo que no acepta a Jesucristo como su Salvador no puede descansar en él. Sigue tratando de encontrar satisfacción en las cosas de esta vida. Intenta llenar su vacío espiritual con buenas obras, ritos religiosos, vicios, trabajo, familia, y cosas materiales.
• El creyente que ha confiado en Cristo como su Salvador también puede perder la paz y el descanso que Dios tiene para él si duda de la obra completa de Jesús a su favor. Si piensa que tiene que mantener su salvación por sus propias obras y esfuerzos, no podrá descansar. Debe reconocer que Jesús lo ha librado una vez para siempre de las garras del pecado, de la ira de Dios, y de la condenación eterna. Este es el mensaje global del libro de Hebreos.

3. No basta oír el mensaje de Dios. Hebreos 4:2.
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

En muchas partes Dios nos exhorta en la Biblia que no basta saber la voluntad de Dios, tenemos que ponerla por obra. Para poder aprovechar las promesas de Dios, tenemos que creerlas. Si creemos sus promesas, obedeceremos sus mandamientos. La fe y la obediencia van mano en mano. No puede haber fe verdadera sin obediencia. No puede haber reposo espiritual sin confianza completa en el Autor de nuestra salvación.

4. Descansamos en Cristo por la fe en su obra perfecta. Hebreos 4:3-5.
Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.

El reposo del creyente en Cristo se compara en estos versículos con el reposo de Dios después de terminar la creación.
Génesis 2:2-3 dice así: Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo y reposó de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

¿En qué sentido “reposo” Dios el día séptimo? La palabra hebrea traducido “reposó” es shabat, que quiere decir literalmente “ceso de actividades”. No indica que Dios estaba cansado, ni que necesitaba tiempos de ocio para recuperar sus fuerzas. Tampoco quiere decir que Dios no hizo nada el séptimo día. Podemos decir que Dios “reposo” de las siguientes maneras:
• Cesó su obra creativa. No siguió creando más cosas porque había hecho lo que había propuesto hacer. Todo estaba perfecto, y no quedaba nada más que agregar. Génesis 1:31 dice: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. Dios descansó, entonces, porque todo estaba hecho.
• Disfrutó de su obra completa. El vocabulario de los primeros dos capítulos de Génesis reflejan el gozo y la satisfacción que Jesús el Creador sintió al terminar su obra. Se recreó en la hermosura y la perfección de lo que había hecho.
¿En qué sentido participa el creyente en el reposo de Dios de su obra creativa? Este reposo tiene que ver con la salvación. Cuando creemos en Jesús como Salvador, y recibimos su perdón y vida eterna, entramos en un hermoso descanso espiritual.
• Cesamos de nuestras vanas obras. No seguimos tratando de alcanzar o mantener la salvación por medio de nuestros esfuerzos. Descansamos plenamente en la obra completa de Cristo. No tenemos miedo que podemos perder la salvación, porque ella está fundada plenamente en la obra perfecta de Jesucristo.
• Disfrutamos de lo que Jesús hizo por nosotros. La obra de Jesús en la cruz a nuestro favor, y su victoriosa resurrección, nos llenan de admiración y de adoración. Nuestro descanso está lleno de gozo, y nuestra paz no tiene límites. Sabemos que somos de nuestro Amado, y que él es nuestro.

5. Nunca es tarde descansar en Jesús. Hebreos 4:6-8.
Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.

Los israelitas rehusaron entrar en el reposo que Dios les ofreció cuando por incredulidad y desobediencia se negaron a seguir a Moisés, Josué y Caleb en Cades-barnea. Vemos que hay una relación muy estrecha entre la fe y la obediencia. La incredulidad siempre resulta en desobediencia, porque si no confiamos en Dios, no vamos a someternos a su voluntad. La fe siempre resulta en obediencia, porque nuestra confianza se expresa en amor, certidumbre, y sumisión a su palabra.
Ahora bien, Israel entró en Canaán por fin bajo la dirección de Josué, pero no disfrutaron del pleno reposo que Dios quería darles. Su obediencia fue siempre parcial, mezclado con intemperancia, temor, idolatría, y rebeldía. Por eso no pudieron recibir la completa herencia. El libro de Jueces cuenta la triste historia de obediencia parcial, derrota espiritual, y anarquía social que vivió la nación después de entrar en la tierra.
En el Salmo 95 David amonestó a su pueblo a oír con atención la voz de Dios, con el corazón dispuesto a obedecerle. David sabía que Israel no estaba disfrutando de la plena bendición del Señor. Estaba perdiendo la bendición por su pecado, incredulidad, y dureza de corazón.
Hoy también Dios nos está invitando a entrar en su reposo. Cuando creemos en Jesús como Salvador, entramos en el reposo de la salvación. Compartimos la felicidad y satisfacción de Dios cuando terminó su obra creativa. Cuando nos sometemos completamente a Jesús como Señor de nuestra vida, entramos en el reposo de victoria espiritual y gozosa llenura del Espíritu Santo. Llegamos a ser creyentes espirituales que comparten plena comunión con Dios.

6. Jesús nos da descanso perfecto. Hebreos 4:9-10.
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.

Como broche de oro, el autor de Hebreos termina esta sección asegurándonos que Dios todavía está ofreciéndonos su reposo. Cuando entramos en su reposo, dejamos de depender de nuestras propias obras para ganar la salvación, o para mantener la vida espiritual. ¿Tenemos una parte que hacer? Por supuesto que sí, y en los próximos versículos vemos qué es. Pero lo principal es descansar en lo que Cristo ha hecho a nuestro favor.