sábado, 22 de marzo de 2008

Hebreos 2:10-18

JESUS COMPRENDE LO QUE SUFRES


A. JESUS SE UNIO CON NOSOTROS EN SUFRIMIENTO. Hebreos 2:10-13.

1. Convenía al Creador sufrir por su creación. Hebreos 2:10.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

Este versículo es sorprendente. Piensa en lo que “conviene” a un rey o presidente. Inmediatamente vienen a la mente palabras como honor, prestigio, mansión lujosa, privilegios especiales, abundantes tesoros, y ceremonias impresionantes. Ahora piensa en lo que “conviene” al Creador del universo desde la perspectiva humana. Si un rey humano merece honor, ¡cuánto más el Rey del universo! Merece adoración, lealtad, honor, gloria y alabanza. Merece nuestro aprecio y nuestra obediencia. Todo esto es cierto, pero mira lo que dice el texto. Dice que como el Creador iba a llevar muchos hijos a la gloria, le convenía perfeccionarse por medio de aflicciones.
Este versículo nos llama la atención primero a la gloriosa persona de Jesucristo, el Hijo de Dios, el gran Creador, y el Dueño de todo lo que existe. Es imposible exagerar la gloria, poder y exaltada posición que el Hijo de Dios disfrutaba antes de su nacimiento en Belén. Estaba con Dios, y era en su esencia y naturaleza Dios (Juan 1:1-3). La pérdida que Jesús sufrió al entrar como hombre en la raza humana fue tan enorme que no podemos imaginarla. Sin embargo, él la soportó voluntariamente por amor a nosotros.
La palabra traducida “autor” quiere decir literalmente “pionero”, o “él que va adelante para abrir el camino”. Otra palabra en español que lleva la idea es “capitán”. ¡Qué título más hermoso para nuestro Señor Jesús! Por medio de su vida, muerte y resurrección, Jesús abrió para nosotros el camino a Dios. Nos mostró cómo vivir, murió para pagar nuestra deuda de pecado, y resucitó como garantía que nosotros también resucitaremos. Fue el Pionero que nos abrió el camino a la vida eterna. Es el Capitán que nos guía por el camino hasta llegar a su presencia.
Este gran Pionero no se contentó en abrir camino para sí mismo, como hacen algunos aventureros que exploran nuevas tierras para poder explotarlas. El propósito de Jesús en venir a este mundo, sufrir y resucitar fue que muchos hombres y mujeres le siguieran a la gloria. El quería mucha compañía en su hermoso hogar. Nos había hecho para estar en comunión con él, y no podía soportar la idea de pasar la eternidad sin nosotros a su lado.
Para poder hacer esta gran obra, el santo Hijo de Dios tuvo que ser perfeccionado. Esto no quiere decir que había algún defecto en él, ni que había cometido pecado alguno. En este caso “perfeccionar” quiere decir “completar, hacer adecuado y efectivo”. ¿En qué sentido tuvo que ser perfeccionado Jesús? Tuvo que experimentar nuestros dolores y sufrimientos. Tuvo que sufrir tentaciones y pruebas. Tuvo que aprender por medio de la experiencia propia lo difícil que es resistir la tentación. Tuvo que padecer toda clase de dolor para que pueda consolarnos cuando estamos sufriendo.

2. Jesús se identifica plenamente con nosotros. Hebreos 2:11.
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos, por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.

Jesús está unido con nosotros, y somos unidos con él. Somos de una sola familia. El se humilló a la condición de hombre para que pudiera elevarnos a tener plena comunión con él. Cuando lo recibimos como Salvador, Jesús nos perdona, nos purifica con su sangre (nos santifica), y gustosamente nos llama sus hermanos y hermanas. Qué lindo es tener a un “hermano mayor” que está preparando todo para nuestra llegada a su presencia. Nos ama y se deleita en nuestro amor.

TEMA PARA REFLEXIONAR: Jesús, siendo el omnipotente Creador, no se avergüenza de llamarte “hermano”. ¿Te avergüenzas de él delante de tus amigos y familiares?

3. La unión de Cristo con su pueblo en profecía. Hebreos 2:12-13.
Diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

Este versículo cita Salmo 22:22 donde el Mesías llama “hermanos” a los que creen en él. Esto se aplica a los salvos de Israel, y especialmente a la Iglesia que se compone de creyentes judíos y gentiles. También cita de Salmo 18:2, y de Isaías 8:18. Este último versículo está hablando en el contexto de los hijos del profeta Isaías, pero el Espíritu Santo aplicó las palabras a Jesús. Reflejan el tierno amor que nos brinda, y el deleite con que nos acerca a su corazón como hermanos e hijos. ¡Qué gracia y qué amor!

B. JESUS NOS LIBERTO CON SU MUERTE. Hebreos 2:14-16.

1. Jesús nos libró de Satanás y del temor de la muerte. Hebreos 2:14-15.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

¿Por qué nació Jesús como hombre? ¿Por qué entró en la raza humana, sabiendo que le iba a costar terrible sufrimiento y muerte? Lo hizo precisamente porque sus amados hijos eran hombres. Jesús vivió bajo las limitaciones y condiciones humanas para identificarse totalmente con nosotros (menos en el pecado), y así librarnos de dos grandes enemigos: la muerte y Satanás.
Para librarnos de la muerte, tuvo que vencer la muerte. Tuvo que morir y resucitar para mostrar decisivamente que la muerte no puede retener en sus garras a los que son de Jesús.
Para librarnos de Satanás, tuvo que entrar en la esfera donde Satanás reina como el “príncipe del poder del aire” (Efesios 2:2), y sufrir todas las tentaciones que éste podía hacerle. Tuvo que vencer sus insinuaciones y maquinaciones en carne propia. Tuvo que someterse a la voluntad del Padre hasta la agonizante y humillante muerte de cruz. Y finalmente, tuvo que resucitar en victoria de la tumba en un glorioso cuerpo eterno.
Satanás nos había esclavizado por lo menos de dos maneras. Primero, nos engañó, haciéndonos creer mentiras acerca de Dios, nosotros mismos, y la naturaleza de la felicidad. Este engaño nos llevó a rechazar a nuestro amante Dios, exaltarnos pensando que podemos ser pequeños dioses, y buscar felicidad en cosas terrenales y materiales. En fin, engañados por Satanás, nos rebelamos contra Dios y nos entregamos al pecado. Jesús dijo claramente que el que hace pecado, esclavo es del pecado (Juan 8:34).
Segundo, Satanás nos esclavizó por medio del temor a la muerte. Los engaños del enemigo tienen que ver con el temor a la muerte. Calumniando a Dios, nos hizo creer que los designios y propósitos de Dios con relación a nosotros son caprichosos, que él no es digno de confianza, y que podemos disfrutar mejor la vida apartado de él. A la vez, exaltó la vida terrenal, enseñando que esta es todo, y que la vida después de la muerte es insegura. Nos hizo enfocarnos en esta tierra, y olvidar que tenemos un destino mucho más grande que este pequeño planeta. Al hacernos creer que la única felicidad que importa es la que encontramos en esta tierra, nos insinuó que la muerte es un terrible enemigo que acaba con todo lo bueno. Los que creen estas mentiras del enemigo sufren durante toda su vida por temor a la muerte que se aproxima. No pueden disfrutar plenamente de las bendiciones que Dios les da libremente, porque tienen miedo de perderlas.
Cuando Jesús murió y resucitó, dejó desarmado a Satanás. Mostró en su propia carne que la muerte es solamente una puerta que nos lleva a una vida más hermosa que esta. Escogió la muerte más agonizante y cruel posible, para mostrar que tiene poder sobre la muerte en todas sus formas. Si venció la más terrible, su victoria es total. Resucitó en un cuerpo humano glorificado, inmortal, y sin limitaciones. Como es nuestro Hermano mayor, nuestro Pionero que va delante mostrando el camino, y nuestro gran Capitán, sabemos que nuestro cuerpo eterno será parecido al suyo.
La muerte y resurrección de Jesús nos libran del temor a la muerte. Nos libran para disfrutar de lleno los años que tenemos en esta vida. Nos libran de las mentiras de Satanás, y nos libran del poder del pecado en nuestra vida. ¡Qué Salvador glorioso y fiel! Dale gracias ahora mismo por lo que logró por ti cuando murió en la cruz y resucitó.
Nota: Cuando dice que Jesús “destruyó” a Satanás con su muerte y resurrección, no quiere decir que lo acabó. Obviamente el enemigo todavía existe, y está operando en el mundo. De hecho, existirá para siempre en el lago de fuego (Apocalipsis 20:10), ya que Dios al crearlo lo hizo un ser eterno, igual que los hombres. La palabra “destruir” en este versículo quiere decir más bien “incapacitar o nulificar”. Satanás perdió su autoridad sobre los que creen en Jesús como Salvador. Su poder ha sido quebrantado, y sus armas destruidas. Esto no implica que Satanás no tiene autoridad ni poder en los incrédulos. Los que no han confiado en Jesús están bajo su dominio, engañados por sus mentiras, y llenos de temor acerca del porvenir. Sólo los que ponen su fe en Cristo escapen de sus artimañas.
2. Jesús hizo por los hombres lo que no hizo por los ángeles. Hebreos 2:16.
Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

Los ángeles, siendo puro espíritu, no pueden comprender la condición humana. No pueden simpatizar a fondo con nuestro dolor, con nuestras tentaciones, y nos nuestra debilidad. Jesús en cambio puede hacerlo, porque él se hizo hombre.
Aunque los amaba, Jesús no se hizo ángel para rescatar a los ángeles que pecaron. Había hecho a cada ángel en una creación por separada. En la eternidad pasada, cada ángel tomó su decisión de mantenerse fiel a Dios o de levantarse contra él en la rebelión de Lucero. Una vez tomada la decisión, cada ángel fue confirmado en el estado que había elegido. Los ángeles que escogieron a Dios fueron confirmados en santidad, y los que se rebelaron fueron confirmados en la maldad.
En cambio, Jesús tomó cuerpo humano. Fue hecho por un tiempo un poco menor de los ángeles para poder sufrir muerte y rescatar así a todos los que creemos en él. Dejó sus riquezas y gloria en el cielo por un tiempo, para que nosotros podemos compartirlas con él para siempre.

C. JESUS NOS SOCORRA EN LA TENTACION. Hebreos 2:17-18.

1. Jesús sufrió para que pueda ser nuestro sumo sacerdote. Hebreos 2:17.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
En resumen vemos que el ministerio del sumo sacerdote tenía dos partes principales. Debía ofrecer sacrificios para limpiar el pecado del pueblo, y debía interceder por el pueblo ante Dios. En adición, el sumo sacerdote llevaba sobre sus hombros y sobre el pecho piedras costosas que tenían grabados los nombres de las tribus de Israel (Exodo 28:9-21). El hombro significa fuerza, y el pecho amor. El sumo sacerdote, entonces, debía sostener espiritualmente al pueblo, y amarlo así como Dios lo amaba.
Ahora bien. Jesús es el perfecto sumo sacerdote. Ofreció el sacrificio perfecto por el pecado, no solamente de Israel, sino del mundo entero (1ª de Juan 2:1-2). Intercede constantemente por los suyos (Hebreos 7:25). Además nos sostiene por su omnipotente poder, y nos ama con amor sin límites.
Los sumo sacerdotes a través de la historia de Israel muchas veces fracasaban en su ministerio. No fueron ni misericordiosos ni fieles. Jesús en cambio entró en la raza humana para que pudiera compartir nuestros dolores, y así ser un misericordioso sumo sacerdote. Con respecto a Dios, fue totalmente fiel. No falló en un solo punto. Cumplió perfectamente la voluntad del Padre.

2. Jesús sufrió para que pueda socorrernos cuando somos tentados. Hebreos 2:18.
Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

Siendo Dios, ¿cómo pudo nuestro Señor sufrir siendo tentado? Si no era pecador, ¿cómo pudo ser tentado? Sencillamente, Jesús pudo ser tentado porque al ser realmente humano, tenía verdaderas necesidades humanas. Igual que nosotros, necesitaba comida, agua, amor, compañerismo, aprecio, y muchas otras cosas tanto físicas como emocionales. Jesús, siendo humano, sentía dolor físico y emocional al faltar alguna de sus necesidades. La tentación de hacer mal no procede necesariamente del deseo de hacer mal (aunque muchas veces esto sucede en el caso nuestro). Más bien, la tentación de hacer mal procede de que el tentador presenta algo que puede satisfacer una necesidad legítima de manera incorrecta.
Pongamos un ejemplo de la Biblia. La pareja Ananías y Safira de Hechos 5:1-11 eran avaros y orgullosos. Anhelaban ser estimados por la iglesia por su generosidad, pero a la vez querían disfrutar de su dinero. Satanás aprovechó su debilidad para plantar en su mente la idea de mentir a la iglesia. Vendieron una propiedad, y llevaron una parte del precio a la iglesia diciendo que era todo. Ananías y Safira cedieron a la tentación porque su corazón ya estaba inclinado hacia la maldad, especialmente hacia la avaricia.
En el caso de Jesús, no había nada en él que resonara con la tentación a hacer mal. Era del todo santo y puro, y no había nada de pecado en él. Jesús tenía verdaderas necesidades, pero dependía totalmente de su Padre para satisfacerlas o no, según su voluntad. Jesús sufría verdadero dolor, pero no quiso en ningún momento aliviarlo por medios no aprobados por su Padre. Así vemos que Jesús pudo ser tentado, y pudo sufrir siendo tentado, sin ceder en lo más mínimo al pecado.
El hecho de que Jesús venció la tentación lo acredita para socorrernos cuando somos tentados. El ha pasado por la experiencia, de modo que sabe cuánto duele. El ha ganado la victoria, de modo que puede ayudarnos a ser victoriosos también.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Hebreos 2:5-9


DIOS HECHO HOMBRE

Una niña estaba desconsolada por la muerte del perro que había sido su compañero durante toda la vida. Esa noche no quería que su mamá la dejara sola en la cama. La abrazaba llorando y rogaba que quedara con ella. La mamá la consoló y se quedó a su lado por buen rato. Por fin le dijo: —Hija, tengo que irme. Estarás bien porque Dios está contigo.
La niña respondió entre sollozos, —Lo sé, mamá, pero yo quiero a alguien con piel.
Lo que dijo la niña es cierto. Todos queremos a “alguien con piel” cuando estamos tristes. Necesitamos saber que él que nos consuela conoce nuestras luchas y debilidades. Necesitamos a alguien que conoce nuestra condición, y que nos acepta tal como somos. Necesitamos a alguien que no solamente nos conoce, sino que tiene poder para ayudarnos. Dios sabía esto. Por eso se hizo hombre. Tomó sobre sí mismo nuestra piel (pero no nuestro pecado), y vivió en medio de nosotros.

A. LA CONDICION HUMANA. Hebreos 2:5-8.

1. Los ángeles no tienen autoridad en el mundo presente ni venidero. Hebreos 2:5.
Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando.

El tesis de esta sección del libro de Hebreos es que Jesús es superior a los ángeles. Hemos visto que Jesús es superior a los ángeles de muchas maneras.

Jesús es superior a los ángeles. Miremos los siguientes textos:

Hebreos 1:4. Jesús tiene nombre más excelente que los ángeles.
Hebreos 1:5. Jesús es el Hijo de Dios, mientras los ángeles son siervos de Dios.
Hebreos 1:6. Los ángeles adoran a Jesús.
Hebreos 1:8. Jesús es Dios, y su autoridad (trono) es eterno.
Hebreos 1:10. Jesús es el Creador, mientras los ángeles son criaturas.
Hebreos 1:12. Jesús es eterno e inmutable.
Hebreos 1:13. Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre, en la posición de honor y autoridad.
Hebreos 2:2-3. La palabra de Jesús es más excelente de la que trajeron los ángeles. (La salvación anunciada por Jesús es mayor que la ley entregado por ángeles.)


Continuamos con el tema de la superioridad de Jesús sobre los ángeles. Hay un motivo por el cual se pudiera pensar que Jesús es inferior a los ángeles, porque tomó forma humana. El autor de Hebreos muestra que aun en este aspecto, Jesús es más excelente que los ángeles, y digno de todo honor, gloria y alabanza.
Aunque los ángeles son más poderosos que los hombres y son inmortales, Dios no ha entregado el mundo bajo su dominio. Dios entregó a los hombres tanto la presente creación como el mundo venidera.

Según Génesis 1:26-28, el plan de Dios para la humanidad es:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.


¿En qué sentido creó Dios al hombre a su imagen?
Le dio un espíritu capacitado para estar en comunión con él. Le dio capacidades morales, artísticas, y creativas. Le dio libre albedrío de modo que las decisiones que toma afectan de verdad su situación. Le dio inteligencia y emociones.

¿Cómo demostró Dios su amor al hombre en este pasaje?
Entregó al hombre el bello planeta que había creado, y le dio dominio sobre todas las criaturas que viven sobre él. Además lo bendijo y lo mandó llenar la tierra y administrarla.

Dios no solamente entregó la presente creación al hombre, sino también le dio autoridad en el mundo venidero, porque Jesús promete que reinaremos con él y compartiremos su gloria (2ª de Pedro 3:13, Apocalipsis 22:5).

2. El hombre fue creado un poco menor que los ángeles. Hebreos 2:6-7a.
Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles.

Aquí el autor de Hebreos cita Salmo 8, donde David expresa su asombro que el majestuoso Dios honrara al hombre, siendo éste una mera criatura. El hombre fue creado un poco menor que los ángeles, y por lo tanto inferior a ellos. ¿En qué sentido es inferior a los ángeles? Tiene menos poder. Está limitado por su cuerpo material. Depende de cosas materiales como comida, agua, aire, y un lugar de refugio de los elementos.

3. Dios entregó la autoridad sobre la creación al hombre. Hebreos 2:7b-8a.
Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos. Todo lo sujetaste bajo sus pies.

A pesar de que el hombre tiene limitaciones que no tienen los ángeles, Dios le honró y le entregó la creación material que había hecho. Le dio autoridad ilimitado sobre este planeta y todo lo que contiene. A ningún ángel Dios le dio tanta autoridad y poder de actuar.

TEMA PARA REFLEXIONAR: Por decreto de Dios, somos administradores de esta creación. Los que conocemos al Creador debemos procurar proteger y manejar con inteligencia la naturaleza. Debemos tratar con compasión y sabiduría a los animales, y cuidar las ecosistemas que nos rodean. ¿Cómo tratas tú a los animales, plantas, y demás elementos de la creación que están bajo tu poder? Medita en Proverbios 12:10 y Génesis 1:26-28. ¿Cómo puedes ser mejor administrador de la bella creación que Dios ha entregado en tu mano?

4. El hombre perdió su posición por el pecado. Hebreos 2:8b.
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él, pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

Aunque Dios entregó toda esta creación al hombre para su cuidado y administración, Adán perdió gran parte de su dominio cuando obedeció la voz del enemigo, y se rebeló contra Dios. Como había rechazado la autoridad de Dios, cayó bajo el poder del diablo. Dios maldijo la creación por causa de la rebelión del hombre (Génesis 3:17-18 y Romanos 8:18-21). Como el corazón humano se corrompió cada vez más por causa del pecado y los engaños de Satanás, Dios dio a los animales la defensa de miedo al hombre, y a algunos les dio una naturaleza feroz (Génesis 9:2 y 5). Por estos motivos, vemos que toda la creación no está sujeta al hombre hoy. Ni los peces ni los pájaros silvestres obedecen al hombre. Los animales salvajes se esconden del hombre, los domesticados muchas veces le sirven por temor y no por amor, y algunos animales lo atacan. ¿Quién nos podrá devolver el dominio que perdimos por causa del pecado?


B. JESUS EXPERIMENTO LA CONDICION HUMANA. Hebreos 2:9.

1. Jesús tomó sobre sí las limitaciones humanas. Hebreos 2:9a.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús.

¿Quién nos podrá rescatar de nuestra posición caída? Pues, claro. Jesús es nuestro gran Paladín, nuestro Campeón que entró en la raza humana para restaurarla a la gloria perdida. Cuando se hizo hombre, Jesús, como nosotros, fue hecho un poco menor o inferior que los ángeles. Mientras caminaba en la tierra tuvo que dormir, comer y tomar agua para vivir, así como todos sus semejantes. Sintió cansancio, dolor, y sed. Sudó mientras trabajaba, y voluntariamente se sometió a todas las limitaciones humanas. El Creador de los ángeles necesitó su ayuda en varias ocasiones (Mateo 4:11 y Lucas 22:43).
¿Por qué tomó sobre sí nuestra piel y experimentó nuestro dolor? Lo hizo para poder restaurarnos el dominio que perdimos por el pecado. Lo hizo para rescatarnos de Satanás, del pecado, y de la muerte. Lo hizo para renovar en nosotros la imagen de Dios que fue distorsionada cuando Adán pecó.
Ningún ángel pudo hacer lo que Jesús hizo. Ningún ángel pudo rescatar a la humanidad del pecado. Ningún ángel puede compartir con nosotros nuestros dolores, nuestros anhelos, nuestros sueños, y nuestra herencia. Sólo Jesús, el omnipotente y amante Creador, quien voluntariamente fue hecho un poco menor que los ángeles, nos conoce a fondo. Podemos confiar en él, sabiendo que él ha compartido nuestra vida, nuestras debilidades, y nuestros dolores.

2. Jesús está disfrutando la honra que Dios prometió a los hombres. Hebreos 2:9b.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra.

Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles, pero ahora está coronado de honra y de gloria. Tiene un cuerpo glorificado que no tiene límites. Está sentado a la derecha del Padre. Está disfrutando de toda la gloria que tenía en el cielo antes de su encarnación. Y lo mejor de todo, es que él ofrece a nosotros lo que él está disfrutando ahora. Quiere que estemos con él, participando con él en sus actividades durante toda la eternidad.

Dios tiene planes y propósitos con la humanidad. Veamos como lo describen los siguientes textos:

Romanos 8:17. Somos coherederos con Cristo. Todo lo que él recibe de su Padre, lo comparte con nosotros.
Juan 14:1-3. Jesús está preparando un hogar exquisito para nosotros en la casa del Padre.
Juan 17:23. Jesús desea que estemos con él para siempre, apreciando su gloria, y disfrutando de su presencia.
Apocalipsis 22:3-5. Serviremos a Dios delante de su trono. Estaremos íntimamente identificados con Jesús (tendremos su nombre en la frente). Reinaremos con Jesús para siempre.

Aun durante su vida en la tierra, Jesús demostró dominio sobre la creación. El nos mostró lo que el hombre perdió cuando pecó. Murió para solucionar el problema del pecado y devolvernos el dominio que Dios quiere que tengamos.

Jesús mostró dominio durante su vida terrenal, Veamos como muestra su dominio en los siguientes versículos:

Mateo 17:24-27. Tuvo dominio sobre los peces.
Lucas 5:4-6. Tuvo dominio sobre los peces.
Lucas 22:34 y 60. Tuvo dominio sobre las aves.
Marcos 1:12-13. Tuvo dominio sobre los animales silvestres.
Marcos 11:2 y 7. Tuvo dominio sobre los animales domesticados.
Mateo 8:23-27. Tuvo dominio sobre las tempestades.
Mateo 14:25. Tuvo dominio sobre el agua.


3. Jesús se hizo hombre para poder morir en nuestro lugar. Hebreos 2:9c.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, … a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

¿Por qué tomó Jesús nuestra piel? ¿Por qué se sometió a las limitaciones humanas? ¿Por qué no ejerció su poder y derecho como Dios de decretar acabado el pecado, sin humillarse a nuestra condición? Jesús vino a este mundo como hombre por un solo motivo. Vino para morir. Vino para sufrir el agonizante aguijón de la muerte a nuestro favor, para que nosotros pudiéramos disfrutar de su vida.
¿Qué le motivó a hacer un sacrificio tan enorme? Fue su amor. Fue su infinita gracia. No había nada en nosotros que impulsó a Jesús a despojarse de su gloria para entrar en el mundo. Sabía que aquí sólo le esperaba abusos, rechazo, y muerte a las manos de los que había venido a rescatar. No nos buscó porque somos buenos, sino porque él es bueno. No nos buscó por lo que podemos darle, sino por lo que él quiere darnos. No nos buscó porque somos dignos de su misericordia. Nos buscó porque sentía compasión por nosotros. Nos buscó porque habíamos sido engañados por el tentador, y sólo él podía librarnos de sus garras. Nos buscó porque no podía tolerar la idea de pasar la eternidad sin nosotros a su lado. Nos ama porque él es amor, y no puede dejar de amarnos. ¿Estás respondiendo a su amor?