martes, 28 de octubre de 2008

Hebreos 4:11-16

Al Estudiar las Escrituras vemos algunos elementos que describen a la misma Palabra de Dios.

Como semilla, la palabra de Dios tiene vida, y produce fruto espiritual en la vida del creyente.
Como espada, la palabra de Dios nos defiende de Satanás y nos escudriña.
Como leche, la palabra de Dios nos alimenta espiritualmente.
Como lámpara, la palabra de Dios nos muestra dónde debemos ir, y qué debemos hacer.
Como miel, la palabra de Dios es agradable y deleitoso al creyente fiel.
Como martillo, la palabra de Dios quebranta el corazón duro.
Como fuego, la palabra de Dios purifica a los que la leen.
Como oro, la palabra de Dios es de sumo valor, y digno de ser apreciada sobre todas las cosas.
Como agua, la palabra de Dios nos limpia y purifica.
Como espejo, la palabra de Dios nos muestra cómo es nuestro corazón.

En el estudio de hoy veremos por qué Dios dice que su palabra es como una espada. También estudiaremos cómo esta verdad nos da descanso espiritual

A. LA PALABRA DE DIOS NOS DA DESCANSO. Hebreos 4:11-13.

1. La amonestación. Hebreos 4:11.
Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

Algunos han enseñado basado en este versículo que es necesario esforzarnos para ganar el reposo de la salvación. Esto va en contra de la enseñanza global del libro. Debemos recordar que el autor de Hebreos usa el reposo espiritual para referirse al descanso de la salvación, al descanso de la eternidad con Cristo, y del descanso de sometimiento total a Dios.
En Hebreos 4:11, se está refiriendo al último descanso. ¿Cómo lo sabemos? El se incluye a sí mismo en la amonestación. No dice “procuren”, sino “procuremos” entrar en aquel reposo. Como el autor del libro obviamente es salvo, se entiende que los que deben “procurar” entrar en reposo también lo son.
La palabra “procuremos” quiere decir literalmente “estemos diligentes”. La nación de Israel sufrió derrota espiritual por su falta de diligencia en obedecer la palabra de Dios. Nosotros no debemos seguir su ejemplo. Debemos ser diligentes en someternos totalmente a la voluntad de Dios. De esta manera disfrutaremos la paz y descanso que Cristo quiere darnos.

El Nuevo Testamento usa la misma palabra “procurar” o “ser diligente” en varias ocasiones:

Efesios 4:3 (solícitos) Debemos procurar con diligencia guardar la paz y la unidad entre los hermanos en la iglesia local.
2ª a Timoteo 2:15 (procura) Como maestros de la Biblia, debemos procurar con diligencia estudiarla con esmero y explicarla correctamente.
2ª de Pedro 1:10 (procurad) Debemos procurar con diligencia mostrar con nuestra vida santa que hemos sido elegidos por Dios como sus hijos.
2ª de Pedro 3:14 (procurad) En vista de que esta creación al final será destruida para dar lugar a una creación nueva, debemos procurar con diligencia vivir una vida pura e irreprensible que agrade a Dios. Nuestro enfoque no debe ser lo terrenal, sino lo eterno.

A través de este corto estudio hemos visto que el verbo traducido “procurar con diligencia” siempre tiene que ver con nuestra vida espiritual después de ser salvos. Debemos procurar vivir en paz con los hermanos, estudiar con diligencia la Biblia, y vivir una vida santa delante de Dios y los hombres. En Hebreos vemos que debemos preocuparnos por someternos totalmente a Dios, obedeciendo su palabra, para que podemos disfrutar de su reposo.

2. La eficacia de la Biblia nos da seguridad. Hebreos 4:12.
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Mientras procuramos someternos a Dios en confianza y obediencia tenemos un fuerte aliado en la Biblia. ¿Cómo nos ayuda la palabra de Dios a entrar en el reposo de obediencia y sumisión? Lo hace de varias maneras según este texto.
• Es viva y eficaz. La Biblia no es un libro cualquier. Aunque su mensaje no cambia porque es eterno e inmutable, ella habla a cada persona según las necesidades personales de ella. Es viva porque el Espíritu Santo quien la inspiró la aplica al individuo que la lee o la escucha. Es eficaz, porque al obedecerla, la vida cambia para bien. No existe otro libro que tanto ha cambiado la vida de millones de millones de personas alrededor del mundo. La Biblia habla a todas las razas y a todas las culturas por igual, porque Dios Espíritu Santo habla al corazón a través de sus páginas.
• Es más cortante que toda espada de dos filos. La “espada” de que se habla aquí es la espada corta o daga. Los romanos usaban espadas cortas y dagas de doble filo para defensa y para pelear en espacios reducidos. ¿En qué sentido es la Biblia como una daga de doble filo? Es que Dios la usa para pelear contra los santos? ¡Claro que no! Aquí el énfasis está en el poder de la Biblia de revelar lo que hay en el corazón humano. Todos nosotros somos un sancocho de emociones y motivaciones, algunas de las cuales sabemos y otras que son desconocidas aun por la persona que las posee. A veces pensamos que estamos actuando bien, cuando de verdad, nuestra motivación principal es pecaminosa. Jeremías 17:9 dice: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? La única persona que nos puede conocer a fondo es Dios, y él usa su palabra como espada para revelar lo que hay en nuestro corazón.
• Penetra hasta partir el alma y el espíritu, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Así como una daga afilada separa los tejidos del cuerpo, la palabra de Dios discierne entre lo espiritual y lo carnal del hombre. Como acabamos de ver, nuestras emociones y motivaciones son una mixtura entre intereses terrenales y espirituales. Con el alma nos relacionamos con el mundo, y con el espíritu tenemos comunión con Dios. ¿Cómo vamos a distinguir entre las motivaciones terrenales (del alma) y las espirituales (del espíritu)? Sólo la palabra de Dios nos puede revelar la verdad acerca de nosotros mismos.
Pongamos un ejemplo: Sandra es una creyente que ama a Jesús y quiere servirle. En un paseo conoció a un joven simpático que le atrae mucho por su buen comportamiento con ella. Tienen muchos intereses en común, y van en camino de enamorarse. El único problema es que él no es creyente en Cristo, y ella sí lo es. Ahora bien, Sandra justifica su amistad con el joven diciendo que “lo está ganando para Cristo”, que “el es buena gente”, y que “Dios dice que debemos amar”. Todas estas razones suenan muy “espirituales”, pero Sandra no ve que su corazón la está engañando. Ella no puede distinguir entre su deseo espiritual de ver convertido al joven, y sus emociones humanas debidas a su amistad con un hombre atractivo y atento. ¿Cómo podrá entenderse a sí misma? La palabra de Dios revelará lo que hay en su corazón. Versículos que pueden ayudar a Sandra a saber lo que está pasando en su interior y lo que debe hacer son: Mateo 16:24-27, Mateo 10:37-39, 1ª a Corintios 6:18-20, y 2ª a Corintios 6:14-18.

La Biblia también sirve de “espada” en otros sentidos:

Hechos 7:54. Al oír el testimonio de Esteban, el sanedrín (concilio de los judíos) se enfureció, porque la palabra de Dios les mostró su error, y ellos no querían aceptarlo.
Efesios 6:11 y 17. La Biblia es nuestra principal defensa contra Satanás. Cuando él se acerca con dudas, tentaciones a hacer mal, y palabras engañosas, lo atacamos con la palabra de Dios. Así hizo Jesús cuando Satanás lo tentó en el desierto, y ganó la victoria (Mateo 4:1-11). Jesús no echó mano a su poder divino para derrotar al enemigo, sino al arma disponible al más débil creyente.

3. La omnisciencia de Dios nos da seguridad. Hebreos 4:13.
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Cuando piensan en la omnisciencia de Dios, algunos creyentes se sienten intranquilos. Les parece miedoso que alguien sepa todos los detalles de su vida. Algunos teólogos últimamente han tratado de evitar el “problema” diciendo que Dios no sabe el futuro en todos los detalles, porque no sabe cómo el hombre usará el libre albedrío. Dicen que Dios está caminando con nosotros por el corredor del tiempo, y que ni él ni nosotros sabemos cómo se va a resolver todo.
Esta teoría no concuerda con lo que está revelado en la Biblia. En ella vemos que Dios conoce los secretos del corazón (Salmo 44:21), conoce todas nuestras acciones, aun las más sencillas (Salmo 139:3), y conoce lo que vamos a decir antes de que lo digamos (Salmo 139:4). Además de esto, de los centenares de profecías cumplidas en la Biblia, todas se han cumplido al pie de la letra. ¿Cómo pudo hacerse esto si Dios no conoce el futuro?
En verdad, en vez de espantarnos, la verdad que Dios nos conoce al fondo debe ser causa de gran confianza y regocijo. ¿Por qué? Por varios motivos.
• Dios me conoce, y me ama a pesar de todo. ¿Por qué nos arreglamos con atención cuando vamos a ser presentado a algún desconocido? ¿Por qué nos portamos de manera más cortés en público que en la casa? ¿Por qué tenemos miedo de que otros descubran nuestros secretos? ¿No es porque tememos ser rechazados si otros saben lo que somos en verdad? Muchas veces ponemos un disfraz en público para encubrir cosas que vemos como defectos. Algunos matrimonios tambalean en las primeras semanas, porque las ilusiones del noviazgo se disuelvan en la luz brillante del vivir diario. El ronca, y ella se levanta con mal aliento. El no sabe vivir con up presupuesto, y ella no sabe preparar huevos. ¡Cómo sería nuestro descanso y alivio saber que alguien nos acepta con amor tal cual somos! ¡Qué gozo saber que alguien me conoce al fondo, y me ama a pesar de todo! Conoce todas mis debilidades y habilidades. Conoce mi pecado pasado, presente y futuro. Con todo esto, me acepta como miembro de su familia, me perdona, y disfruta de comunión conmigo. Esto parece un sueño, pero es una verdad. Dios es esta persona que conoce todo lo que hay que saber acerca de cada uno de nosotros, y conociéndonos al fondo, nos ama con amor tierno, infinito, y eterno. No podemos esconder nada de él, y no importa, porque nada va a cambiar en lo más mínimo su amor. (Véase Romanos 8:31-39 y Mateo 10:29-31.)
• No podemos esconder el pecado de Dios. Esta es una gran motivación de mantener “cuentas cortas con Dios”. Es decir, como el Señor sabe todo lo que hemos hecho, es lógico confesar de una vez nuestra falta, para permanecer en comunión estrecha con él. Además, esta verdad nos motiva a vivir una vida pura delante de él. El ladrón no hurta cuando otros estén mirando. El adúltero por lo general trata de tapar su deslealtad. Si tenemos presente a cada momento que Dios está presente, él nos está viendo, y él nos va a juzgar, nos ayuda a vencer las tentaciones.

• Dios conoce los motivos verdaderos de mi corazón. ¿Cuántas veces has querido hacer bien, y otras personas han malinterpretado tus intenciones? ¿Cuántas veces has tomado una decisión pensando que iba a hacer bien, y ha resultado todo al revés? ¿Cuántas veces has quedado mal por motivos fuera de tu voluntad? Es un consuelo saber que hay alguien que entiende lo que queríamos hacer, aun cuando no resultó. Dios es esta persona. No lo podemos engañar, y él tampoco malinterpreta nuestras acciones. Sabe cuando estamos actuando de buena fe, y sabe cuando nuestro intento es defraudar. Podemos descansar en su justicia, porque él conoce todos los hechos. Esto nos trae al último punto.
• Dios hará justicia perfecta basada en su conocimiento perfecto. Podemos dejar las ofensas en las manos de Dios, porque él conoce todo lo que sucedió en el caso. Conoce nuestro corazón, y conoce el corazón del ofensor. Conoce todos los motivos detrás de la ofensa, de parte y parte. Es por este motivo que Dios nos prohíbe a cobrar venganza. Nuestra venganza nunca es justa, porque estamos juzgando desde nuestro punto de vista sin tomar en cuenta el punto de vista del obro. Dios en cambio ve todo y es santo, y así puede juzgar recta e imparcialmente.

B. LA COMUNION CON JESUS NOS DA DESCANSO. Hebreos 4:14-16.

1. La obra completa de Jesús nos da seguridad. Hebreos 4:14.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.

Tenemos gran consolación en la palabra de Dios y en la omnisciencia de Dios. Ellos nos dan seguridad, y nos animan a ser diligentes en la vida espiritual. En adición, tenemos un gran sumo sacerdote que ha vencido este mundo y que está en el cielo intercediendo por nosotros. Hemos visto que los sumo sacerdotes tenían varios ministerios principales:
• Debían ofrecer sacrificios para limpiar el pecado del pueblo.
• Debía interceder por el pueblo ante Dios.
• Simbólicamente llevaban al pueblo diariamente sobre el hombro y sobre el pecho (lugar de fuerza y de amor). Los sumo sacerdotes estaban en el deber, luego, de sostener espiritualmente al pueblo, a amarlo como Dios lo amaba.
Ahora bien, ningún sumo sacerdote levita podía cumplir estas tareas debidamente, porque eran pecadores igual que los que servían. El sacerdocio de Leví simbolizaba el sacerdocio de alguien superior, pero no pudo alcanzar la perfección que Dios buscaba.
Jesús, en cambio, es nuestro perfecto sumo sacerdote.
• Es Dios, pero tomó sobre sí nuestra humanidad para poder identificarse perfectamente con nosotros.
• Siendo Dios, es santo y puro. No tiene que ofrecer sacrificios por su propio pecado, porque es inmaculado.
• Está en el cielo al lado del Padre, en su cuerpo glorificado. Su sacerdocio no terminará, porque nunca morirá. Si tuviéramos que ser representado por sacerdotes levitas, no tendríamos esperanza, porque el templo fue destruido hace siglos, y ningún sacerdote de la familia de Aarón puede ejercer su ministerio. Nuestro sumo sacerdote no necesita templo material en la tierra. Nos representa delante del Padre hoy, y lo hará para siempre.
Ya que tenemos un gran sumo sacerdote, mucho más poderoso que los sacerdotes levíticos, podemos descansar en él. Recordamos que los recipientes de esta carta eran judíos cristianos que estaban sufriendo persecución por su fe en Jesús, y que se sentían tentados a volver al judaísmo. Las palabras de Hebreos 4:14 hablarían al corazón de ellos. Aunque en ese tiempo ellos podían haber regresado al templo, ofreciendo animales en sacrificio, no tuvieron por qué hacerlo, porque Jesús mismo había ofrecido el sacrificio perfecto. El fue el sacerdote, y él mismo fue la ofrenda. La fe de los judíos creyentes debía permanecer firme en la obra completa de Jesús.

2. La victoria de Jesús sobre la tentación nos da seguridad. Hebreos 4:15.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Los sacerdotes levitas debían haber tenido compasión con la gente pecadora, porque ellos también eran pecadores, y sabían lo difícil que es resistir la tentación. Sin embargo, muchas veces no tuvieron compasión, sino juzgaban ásperamente al pueblo. El sumo sacerdote Elí es un ejemplo de esta actitud. Condenó a Ana por estar borracho, cuando ella estaba orando con fervor al Señor (1º de Samuel 1:9-18). Caifás es otro ejemplo de un sumo sacerdote injusto. En su orgullo y ansia de poder, condenó a muerte al inocente Hijo de Dios. ¿A cuántas otras personas habrá sacrificado sobre el altar de su ambición?
Nuestro sumo sacerdote en cambio, es compasivo y tierno con nosotros. El, siendo Dios, se hizo hombre para poder identificarse completamente con nosotros. Compartió nuestra carne y nuestras limitaciones. Fue tentado en todos los aspectos que somos tentados nosotros, pero sin pecar.
Cuando dice que Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza, no quiere decir como enseñan algunos, que él fue tentado a participar en perversiones, ni que sintió inclinación alguna hacia el pecado. Quiere decir que Jesús tenía necesidades tanto emocionales como físicas igual a nosotros. El sufría cuando faltaba alguna de estas necesidades. Sufría hambre, cansancio, y sed a nivel físico. Sufría angustia a nivel emocional al ser rechazado, calumniado, y traicionado. Jesús también fue tentado de maneras que nunca podemos ser tentados. Por ejemplo, como Dios, él podía haber bajado de la cruz en cualquier momento. Podía haber sanado sus propias heridas, y mostrado su gloria al mundo. En medio del dolor agudísimo que estaba soportando, tuvo que haber sido tentado a escapar, pero no lo hizo. Se sometió durante toda su vida a la voluntad del Padre. Así nos dejó ejemplo perfecto que seguir, y llegó a ser nuestro fiel, compasivo sumo sacerdote.

Los evangelios están repletos de tentaciones que Jesús sufrió y venció sin pecar. Estos ochos versículos describen algunas tentaciones:

Mateo 4:1-4. Mientras sufría intensa hambre, fue tentado a convertir piedras en pan.
Marcos 2:16-17. Jesús fue sujeto constantemente a críticas y a malos entendimientos. Tuvo que haber sido tentado a responder con ira o a sentir desánimo.
Marcos 6:1-6. Jesús fue rechazado por su propio pueblo, donde había sido criado.
Marcos 8:11-13. Jesús fue tentado a manifestar su poder a los fariseos de manera que tendrían que creer, pero no lo hizo. Se limitó a hacer las señales que el Padre le había encomendado.
Marcos 8:31-33. Satanás usó a Pedro para tentar a Jesús a renunciar la cruz. Jesús lo reprendió, y siguió su camino hacia el Calvario.
Lucas 11:14-16. Acusaron a Jesús de echar fuera demonios en el poder satánico. Tuvo que haberle dolido terriblemente, pero no perdió control sobre sí mismo. Les siguió enseñando con el mismo amor.
Lucas 20:19-28. Intentaron sorprender a Jesús en alguna palabra imprudente o airada, pero no lograron su objetivo.
Juan 7:2-5. Los hermanos carnales de Jesús no creían en él. Esto tuvo que haberle dolido en el alma durante toda su vida. (Creyeron después de la resurrección.)

Estas son apenas algunas de las tentaciones que sufrió Jesús durante su vida aquí en la tierra. Así como nosotros, las tentaciones lo acosaron diariamente, pero él venció a todas. Puede compadecer con nosotros en nuestros dolores y debilidades, porque él pasó por esta vida.

3. La comunicación con Jesús nos da seguridad. Hebreos 4:16.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Ya que nuestro Salvador y sumo sacerdote ha compartido nuestros dolores y tentaciones, ¿qué debe ser nuestra respuesta de amor y gratitud? Como dice este versículo, debemos acercarnos con plena confianza a Dios en oración. Sabemos que él entiende nuestras necesidades, y simpatiza con el dolor en nuestro corazón. Seguro que encontraremos en él misericordia, y ayuda oportuna en nuestras necesidades.
Notamos que el trono de Dios se llama “el trono de la gracia”, y el oportuno socorro se da por gracia. No merecemos en nada que Dios nos escuche. No merecemos su favor, su amor, ni su misericordia. El nos ayuda porque nos ama, y porque nuestro gran sumo sacerdote está rogando por nosotros. A pesar de que no merecemos nada de Dios, podemos acercarnos confiadamente porque nuestra esperanza está en Jesús, quien nos representa delante del Padre.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Hebreos 4:1-10

Hay un libro en el Antiguo Testamento que tiene el título “Jesús”. ¿Puedes adivinar cuál es? Es el libro de Josué. “Josué” fue tomado del nombre en hebreo, y “Jesús” del mismo nombre en griego, pero tienen la misma raíz y quieren decir “Jehová salva” o “Salvador”. Como la sección de Hebreos que estamos estudiando menciona varias veces tanto a Josué como a Jesús, sería interesante hacer una comparación entre ellos. Dios no hace nada por azar, y el hecho de que el nombre del líder de Israel concuerda con el nombre humano del Hijo de Dios no fue un accidente. Veremos algunas similitudes entre ellos.

JOSUE. Su nombre quiere decir “Jehová salva”.
JESUS. Su nombre quiere decir “Jehová salva”.

JOSUE. Fue siervo de Moisés hasta la muerte de éste (Exodo 33:11).
JESUS. Vino al mundo como el siervo divino (Mateo 20:28).

JOSUE. Se sometió a Dios, y siguió sus instrucciones al pie de la letra (Josué 5:13-15).
JESUS. Se sometió totalmente al Padre, y cumplió todo lo que el Padre le encomendó (Juan 4:34 y17:4).

JOSUE. Guió a Israel a la victoria militar en Canaán (Josué 24:18).
JESUS. Está guiando a su pueblo a la victoria espiritual (Juan 16:33).

JOSUE. Dio reposo a Israel en Canaán en el sentido que descansaron de peregrinar en el desierto y tomaron posesión de la tierra prometida (Josué 23:1).
JESUS. Da reposo en esta vida a los que creen en él en el sentido que les libra del pecado, y les da la paz de Dios (Romanos 5:1-2 y Filipenses 4:7).

Josué y Jesús. Josué dio reposo limitado a Israel, pero Jesús da reposo completo a los que acuden a él.


REPOSAMOS EN CRISTO POR LA FE. Hebreos 4:1-10

1. ¿De qué reposo estamos hablando?

Como vimos en el estudio anterior, Jesús ofrece tres clases de reposo a los que confían en él y se someten a su voluntad.
• El reposo de la salvación eterna. El creyente reposa en Cristo cuando recibe el perdón de sus pecados y el regalo de la vida eterna (Mateo 11:28, Hebreos 4:3). Este reposo depende totalmente en la obra de Cristo a su favor, y nunca se puede perder.
• El reposo de la sumisión. El creyente reposa en Cristo después de la salvación cuando se somete a él en obediencia total. Esta es la vida cristiana victoriosa, y la vida controlada por el Espíritu Santo (Mateo 11:29-30, Hebreos 4:11-13, Efesios 5:18-20).
• El reposo eterno. El creyente encontrará perfecto reposo en la eternidad con Cristo. No habrá más lucha contra el pecado, y estará en plena unión con su amado Salvador (Hebreos 4:9, Apocalipsis 14:13).

Hebreos habla de todos estos reposos espirituales, y entendemos de cuál estamos hablando por el contexto. Como puedes ver, el pasaje que estudiaremos hoy se refiere a la primera y la tercera clase de reposo.

2. El peligro de no reposar en Cristo. Hebreos 4:1.
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.

Este versículo empieza con una palabra que asusta a algunos creyentes. Empieza con “temamos”. Ahora bien, ¿qué debemos temer? ¿Debemos temer perder la salvación como enseñan algunos? Claro que no. Debemos temer caer en los mismos pecados de Israel: la obstinación, la rebelión, y la incredulidad. Israel fue librado por Dios de la esclavitud, pero no entró en el reposo de Canaán por muchos años, por su falta de confianza en Dios.
Dios ofreció reposo a Israel, pero ellos no lo disfrutaron por muchos años a causa de la incredulidad. Dios todavía está ofreciendo reposo espiritual a los que quieren recibirlo. En este pasaje es probable que el autor de Hebreos está haciendo un juego de palabras entre “reposo” y “herencia” las cuales se usan como sinónimos en varios textos en la versión Septuaginta. (Véase Deuteronomio 3:18-20 y 12:9-19.) En estos textos, Moisés claramente define el “reposo” de Israel en Canaán como la “herencia” que Dios les ha prometido. Ellos rechazaron su herencia, pero nosotros no debemos hacerlo.
¿Qué quiere decir esto para nosotros hoy? En primer lugar, Dios nos está ofreciendo un reposo exquisito, y una herencia eterna. Podemos aprovechar su oferta por la fe. Cuando creemos su palabra, y actuamos sobre ella, nuestra alma descansa en Jesús. Al no creer perdemos el reposo que Dios nos ofrece. ¿Cómo lo perdemos? Hay dos maneras:
• El incrédulo que no acepta a Jesucristo como su Salvador no puede descansar en él. Sigue tratando de encontrar satisfacción en las cosas de esta vida. Intenta llenar su vacío espiritual con buenas obras, ritos religiosos, vicios, trabajo, familia, y cosas materiales.
• El creyente que ha confiado en Cristo como su Salvador también puede perder la paz y el descanso que Dios tiene para él si duda de la obra completa de Jesús a su favor. Si piensa que tiene que mantener su salvación por sus propias obras y esfuerzos, no podrá descansar. Debe reconocer que Jesús lo ha librado una vez para siempre de las garras del pecado, de la ira de Dios, y de la condenación eterna. Este es el mensaje global del libro de Hebreos.

3. No basta oír el mensaje de Dios. Hebreos 4:2.
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

En muchas partes Dios nos exhorta en la Biblia que no basta saber la voluntad de Dios, tenemos que ponerla por obra. Para poder aprovechar las promesas de Dios, tenemos que creerlas. Si creemos sus promesas, obedeceremos sus mandamientos. La fe y la obediencia van mano en mano. No puede haber fe verdadera sin obediencia. No puede haber reposo espiritual sin confianza completa en el Autor de nuestra salvación.

4. Descansamos en Cristo por la fe en su obra perfecta. Hebreos 4:3-5.
Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.

El reposo del creyente en Cristo se compara en estos versículos con el reposo de Dios después de terminar la creación.
Génesis 2:2-3 dice así: Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo y reposó de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

¿En qué sentido “reposo” Dios el día séptimo? La palabra hebrea traducido “reposó” es shabat, que quiere decir literalmente “ceso de actividades”. No indica que Dios estaba cansado, ni que necesitaba tiempos de ocio para recuperar sus fuerzas. Tampoco quiere decir que Dios no hizo nada el séptimo día. Podemos decir que Dios “reposo” de las siguientes maneras:
• Cesó su obra creativa. No siguió creando más cosas porque había hecho lo que había propuesto hacer. Todo estaba perfecto, y no quedaba nada más que agregar. Génesis 1:31 dice: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. Dios descansó, entonces, porque todo estaba hecho.
• Disfrutó de su obra completa. El vocabulario de los primeros dos capítulos de Génesis reflejan el gozo y la satisfacción que Jesús el Creador sintió al terminar su obra. Se recreó en la hermosura y la perfección de lo que había hecho.
¿En qué sentido participa el creyente en el reposo de Dios de su obra creativa? Este reposo tiene que ver con la salvación. Cuando creemos en Jesús como Salvador, y recibimos su perdón y vida eterna, entramos en un hermoso descanso espiritual.
• Cesamos de nuestras vanas obras. No seguimos tratando de alcanzar o mantener la salvación por medio de nuestros esfuerzos. Descansamos plenamente en la obra completa de Cristo. No tenemos miedo que podemos perder la salvación, porque ella está fundada plenamente en la obra perfecta de Jesucristo.
• Disfrutamos de lo que Jesús hizo por nosotros. La obra de Jesús en la cruz a nuestro favor, y su victoriosa resurrección, nos llenan de admiración y de adoración. Nuestro descanso está lleno de gozo, y nuestra paz no tiene límites. Sabemos que somos de nuestro Amado, y que él es nuestro.

5. Nunca es tarde descansar en Jesús. Hebreos 4:6-8.
Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.

Los israelitas rehusaron entrar en el reposo que Dios les ofreció cuando por incredulidad y desobediencia se negaron a seguir a Moisés, Josué y Caleb en Cades-barnea. Vemos que hay una relación muy estrecha entre la fe y la obediencia. La incredulidad siempre resulta en desobediencia, porque si no confiamos en Dios, no vamos a someternos a su voluntad. La fe siempre resulta en obediencia, porque nuestra confianza se expresa en amor, certidumbre, y sumisión a su palabra.
Ahora bien, Israel entró en Canaán por fin bajo la dirección de Josué, pero no disfrutaron del pleno reposo que Dios quería darles. Su obediencia fue siempre parcial, mezclado con intemperancia, temor, idolatría, y rebeldía. Por eso no pudieron recibir la completa herencia. El libro de Jueces cuenta la triste historia de obediencia parcial, derrota espiritual, y anarquía social que vivió la nación después de entrar en la tierra.
En el Salmo 95 David amonestó a su pueblo a oír con atención la voz de Dios, con el corazón dispuesto a obedecerle. David sabía que Israel no estaba disfrutando de la plena bendición del Señor. Estaba perdiendo la bendición por su pecado, incredulidad, y dureza de corazón.
Hoy también Dios nos está invitando a entrar en su reposo. Cuando creemos en Jesús como Salvador, entramos en el reposo de la salvación. Compartimos la felicidad y satisfacción de Dios cuando terminó su obra creativa. Cuando nos sometemos completamente a Jesús como Señor de nuestra vida, entramos en el reposo de victoria espiritual y gozosa llenura del Espíritu Santo. Llegamos a ser creyentes espirituales que comparten plena comunión con Dios.

6. Jesús nos da descanso perfecto. Hebreos 4:9-10.
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.

Como broche de oro, el autor de Hebreos termina esta sección asegurándonos que Dios todavía está ofreciéndonos su reposo. Cuando entramos en su reposo, dejamos de depender de nuestras propias obras para ganar la salvación, o para mantener la vida espiritual. ¿Tenemos una parte que hacer? Por supuesto que sí, y en los próximos versículos vemos qué es. Pero lo principal es descansar en lo que Cristo ha hecho a nuestro favor.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Hebreos 3:7-19

A. CUARENTA AÑOS DE PEREGRINACION POR LA INCREDULIDAD. Hebreos 3:7-11.

Para entender esta porción del libro de Hebreos, tenemos que entender algo de la historia de Israel. El autor de Hebreos menciona de paso varios acontecimientos del pasado de Israel que sus lectores entenderían perfectamente. Nosotros también podemos seguir sus argumentos si repasamos algunos de los relatos que tenemos en los libros de Exodo y Números.
Jacob (Israel) llevó a su familia a Egipto para escapar de una terrible hambruna en la tierra de Canaán al final del libro de Génesis. El Faraón de ese período lo recibió con toda cortesía y atención, para complacer a José que estaba gobernando el país como segundo al rey. En Egipto la familia creció hasta llegar a ser una gran nación. Los egipcios se inquietaron al ver una nación numerosa entre sus contornos, y uno de los faraones esclavizó a los descendientes de Israel, pensando que estaba protegiendo los intereses de los egipcios.
Por 400 años los israelitas moraron en Egipto. Eran esclavos durante mucho de este tiempo. Por fin su condición pesada les causó tanta angustia que clamaron a Dios, pidiendo socorro. Dios levantó a un líder para sacarles de Egipto y llevarles de nuevo a Canaán, su tierra hereditaria. Este líder, Moisés, confrontó a Faraón, comunicó la palabra de Dios a los israelitas, recibió a favor de ellos la ley, y les guió durante 40 años mientras peregrinaban entre Egipto y Canaán.
Ahora bien, el viaje no tuvo que durar 40 años. De hecho, los mercaderes que hacían comercio entre las dos regiones sólo duraban uno o dos meses haciendo su recorrido. Había una vía fácil entre Egipto y Canaán que subía al lado del Mar Mediterráneo. Dios no les llevó por ese camino. Tenía muchas cosas que enseñarles antes de que llegaran a Canaán, y quería probar su fe y confianza en él.
Por el camino de Egipto a Canaán, Dios mostró constantemente su fidelidad y poder a su pueblo.

¿Cómo mostró Dios su fidelidad para con Israel según los siguientes textos?

Éxodo 14:21-22 y 30-31 Dios les abrió camino seco a través del Mar Rojo para rescatarles del ejército egipcio.
Exodo 13:21-22. Dios les guió, les alumbró, y les protegió por medio de una columna de nube de día, y una columna de fuego de noche.
Exodo 16:4 y Josué 5:12. Dios les alimentó milagrosamente con maná todos los días hasta que llegaron a Canaán.
Exodo 17:4-6. Dios suplió milagrosamente su necesidad de agua.
Deuteronomio 8:4. Ni los vestidos ni los calzados se desgastaron durante 40 años de peregrinación.

Pudiéramos agregar muchas más cosas a la lista. Les dio su ley. Les protegió de los enemigos. En fin, les acompañó y les guió durante todo el tiempo que estaban en el desierto. Hizo esto a pesar de que se rebelaban contra él y contra el liderazgo de Moisés continuamente. Se quejaban por las provisiones que les daba, y desobedecían sus mandamientos.
Unos cuatro años de haber salido de Egipto, la nación llegó a la frontera de Canaán en un punto llamado Cades-barnea. Dios les dijo que entraran y conquistaran la tierra, porque él les había preparado el camino, y les daría victoria sobre sus enemigos. El pueblo no quiso confiar en el poder y sabiduría de Dios. Exigieron que se enviara espías para conocer el territorio (Deuteronomio 1:21-22). Dios cedió a su demanda, y se escogieron a doce espías. Ellos caminaron por todo el territorio de Canaán, y regresaron con reportajes alarmantes. Todos dijeron que la tierra era muy buena, y dos animaron al pueblo a confiar en Dios y a invadir el territorio en obediencia a su palabra. Los otros diez hablaron de las ciudades fortificadas, de los ejércitos bien equipados, y de los gigantes que habían visto.
La nación escogió escuchar a los diez espías temerosos. Rechazaron la voz de Dios, y rehusaron entrar en Canaán. Su incredulidad acobardó su corazón, y hablaron de apedrear a Moisés y regresar a Egipto. Les parecía más atractiva la esclavitud al lado del río Nilo que la libertad en su propia tierra bajo la protección de su fiel Dios.
Dios les dio lo que querían. No les permitió entrar en Canaán hasta que habían pasados 40 largos años. Toda aquella generación incrédula murió en el desierto, sin disfrutar de las bendiciones que Dios había querido darles. Los jóvenes y niños de aquellos hombres fueron los que al fin entraron en Canaán y la conquistaron. (Historia tomada de los libros de Exodo, Números, y Deuteronomio.)

Antes de mirar detenidamente el pasaje en Hebreos que tenemos por delante, sería provechoso aclarar una cosa más. El autor de Hebreos habla del “reposo de Dios” en diferentes maneras en toda esta sección. A veces se está refiriendo a la historia de Israel, y a veces a la vida del creyente. Vamos a presentar en forma de diagrama los diferentes “reposos” históricos y su significado simbólico en la vida del creyente.


Reposo del pasado: Dios reposó de su obra creativa (Génesis 2:2, Hebreos 4:4).
Israel reposó de su peregrinación cuando entró en Canaán (Deuteronomio 12:9, Josué 21:43-45, Hebreos 3:11).

Reposo del presente: El creyente reposa en Cristo cuando recibe la salvación (Mateo 11:28, Hebreos 4:3). El creyente reposa en Cristo después de la salvación cuando se somete a él. Esta es la vida cristiana victoriosa (Hebreos 4:11-13).

Reposo del futuro: El creyente encontrará perfecto reposo en la eternidad con Cristo (Hebreos 4:9, Apocalipsis 14:13)


(Diagrama adaptada de The Bible Exposition Commentary (Comentario Expositivo de la Biblia), por Warren W. Wiersbe, Volumen 2, página 288.)

1. El corazón duro de Israel. Hebreos 3:7-9.
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años.

El mismo Espíritu Santo que obraba con Israel en el pasado está rogando a los creyentes hoy a confiar plenamente en Dios. Nos ruega a aprender por los errores de Israel, y a seguir de cerca nuestro Dios. ¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de Israel?
• Dios es fiel. Los israelitas vieron el amor y la provisión milagrosa de Dios durante cuarenta años mientras peregrinaban entre Egipto y Canaán. Dios no ha cambiado. Aun cuando le fallamos, él permanece fiel, misericordioso, y justo.
• Israel sufrió la disciplina de Dios porque endureció su corazón. Un corazón duro no responde a la bondad de Dios. No obedece por las buenas. Tiene que ser quebrado por fuertes golpes para que llegue al arrepentimiento. ¿Cómo se endurece el corazón? De la misma manera que se forman callos en los dedos del guitarrista. Al principio de su aprendizaje, los dedos del artista son muy sensibles, y duele presionar las cuerdas. Mientras el guitarrista sigue ensayando, la piel de los dedos se pone cada vez más duro, hasta que ya puede presionar las cuerdas sin dolor. De la misma manera, cada vez que desatendemos la voz de Dios hablándonos de su palabra, se nos hace más fácil seguir haciéndolo. Al final, el pecado se vuelve habitual, y no escuchamos la voz del Espíritu Santo amonestándonos. Tenemos el corazón duro, y el único remedio es disciplina dolorosa.
• Por tener el corazón endurecido, Israel tentó repetidas veces a Dios. ¿Cómo lo tentó? Los israelitas se rebelaron contra su Dios. No quisieron obedecerlo, no agradecieron los milagros que estaba haciendo a su favor, y en varias ocasiones se fueron tras otros dioses. Murmuraban contra Dios, se quejaban por el maná que les alimentaba, y deseaban volver a Egipto. En Cades-barnea se rehusaron entrar en la tierra prometida. Diariamente lastimaban el corazón de Dios, y a pesar de todo esto, él siguió socorriéndoles, guiándoles, y protegiéndoles.


2. El resultado de la incredulidad. Hebreos 3:10-11.
A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.

Israel tuvo que vagar en el desierto durante cuarenta años porque no creyó que Dios podía darles la victoria sobre sus enemigos en Canaán. Habían visto los milagros de Dios a su favor, pero estos milagros no produjeron fe. Más bien, la gente tomó por sentado las bendiciones del Señor, y respondió con satisfacción de sí mismo y rebeldía. En vez de seguir a Dios, buscaron su propio camino (vagaron en su corazón), y terminaron muriendo en el desierto.
Dios no les pudo dar la bendición de entrar en la tierra, porque por incredulidad y rebeldía, no quisieron obedecerle. No pudieron entrar en el reposo de Canaán, sino todos los de aquella generación menos Josué y Caleb murieron en el desierto.
Ahora bien, Canaán representaba reposo para Israel en el sentido que al entrar en la tierra podrían construir casas, plantar huertos, y vivir sosegadamente. Sus días de vagancia en el desierto habían terminado. Canaán no representaba libertad de problemas, ni de luchas. Dentro de la tierra había enemigos que vencer, tentaciones que soportar, y mucho trabajo que hacer.
Para el creyente el reposo de “Canaán” no representa la eternidad con Cristo. Durante la eternidad no seremos tentados, ni tendremos que luchar contra enemigos. El reposo de Canaán representa más bien una vida sometida en obediencia a Dios. Representa una vida controlada por el Espíritu Santo (Efesios 5:18-21). Representa una vida libre de la ley y de obras muertas (Romanos 7). El creyente espiritual ha entrado en el reposo de “Canaán” en el sentido que no está tratando de vivir la vida espiritual él solo, sino está completamente sometido a la voluntad de su Padre celestial. Está confiando en él para proveer lo que necesita para obedecer, y está descansando en la obra perfecta que Jesús hizo a su favor. No se le ocurre volver a la vida anterior, porque está disfrutando de la paz y gozo de plena comunión con su Señor.
El creyente que está “vagando en el desierto” es el creyente carnal. Este individuo es hijo de Dios porque ha creído en Cristo. Lo que pasa es que está dominado por el pecado en su vida. Vive derrotado. A veces duda su salvación. Trata de agradar a Dios por sus propias esfuerzos (cumpliendo la ley o una lista de deberes), y fracasa una y otra vez. Se desanima fácilmente, y poco le provoca la lectura bíblica y la oración.

Aprenda más acerca del creyente carnal en los siguientes versículos.

1ª a Corintios 3:1-3. El creyente carnal no puede entender bien las cosas espirituales, porque su enfoque está en las cosas de este mundo y en los bienes materiales. Evidencias de la carne en la vida del creyente son: celos, contiendas y disensiones.
Romanos 8:5. Los pensamientos del creyente carnal están enfocados en sus deseos y apetitos, no en las cosas del Espíritu Santo. El enfoque de su vida es terrenal, no celestial.
Gálatas 5:13. El Espíritu Santo y la “carne” están en oposición el uno al otro en la vida del creyente. El Espíritu Santo nos amonesta a someternos a Dios, mientras la “carne” nos esclaviza al pecado. La “carne” en este sentido se compone de los deseos, apetitos y hábitos en nosotros que están dominados por la ley del pecado.
Gálatas 5:19-21. Evidencias de una vida dominada por la carne son: pecados relacionados con los apetitos físicos como fornicación y borrachera, pecados relacionados con la religión como hechicerías y falsas doctrinas, y pecados relacionados con el trato con otros como enemistades y envidias.
Gálatas 6:7-8. Cosechamos lo que sembramos, de modo que si nuestra vida está llena de las obras de la carne, sufriremos las consecuencias de esta clase de vida.


Al estudiar las características del creyente carnal, vemos que muchos de nosotros estamos “vagando en el desierto”, como lo hizo Israel. No hemos entrado en el reposo que Dios tiene para nosotros cuando nos sometemos totalmente a Dios Espíritu Santo. ¿Por qué estamos atrapados en el “desierto” de una vida cristiana derrotada? Precisamente por la misma razón porque los israelitas no pudieron entrar en Canaán. Nuestro corazón se ha endurecido por causa de la falta de confianza en Dios. El autor de Hebreos expone sobre esta idea en los siguientes versículos.

B. EL PELIGRO DE SEGUIR MALOS EJEMPLOS. Hebreos 3:12-19.

1. El pecado de la incredulidad. Hebreos 3:12.
Mira, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.

Israel no confió en la bondad y el poder de Dios. No creyó que él les daría el poder para cumplir su mandamiento de entrar en la tierra. No tomó en cuenta las evidencias de su poder y misericordia, ni recordó las bendiciones que habían recibido. Pensaron que tendrían que conquistar a Canaán con sus propias fuerzas, y se llenaron de temor.

¿Qué relación ves entre la situación de los israelitas en Cades-barnea y el creyente carnal?
El creyente carnal sigue viviendo según las costumbres de su vida antes de conocer a Cristo. Así como los israelitas, no toma en cuenta el poder de Dios, ni su bondad y misericordia. Habiendo recibido vida nueva en Cristo por la fe, piensa que tendrá que vivir la vida cristiana por sus propias fuerzas. Fracasa una y otra vez, porque el pecado le ha dominado, y no quiere depender de Dios. Está vagando en el “desierto” de desánimo y derrota, porque no echa mano a las provisiones que Dios le está ofreciendo.

El autor del libro de Hebreos nos amonesta rechazar la incredulidad ya que la desconfianza sólo nos aparta de Dios. La única manera de encontrar completa satisfacción es en unión con nuestro Creador. Jesús nos hizo para él mismo, y estamos incompletos aparte de él. La incredulidad es lo que separa el mundo entero de Dios, y puede hacer lo mismo en la vida del creyente. No es que pierda su salvación, pero pierde el gozo de su salvación. Pierde el placer de disfrutar de la comunión íntima con Cristo.

2. Exhortación contra la incredulidad. Hebreos 3:13.
Antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

Una de nuestras responsabilidades como miembros del cuerpo de Cristo es animar a nuestros hermanos a permanecer fiel. La palabra “exhortar” quiere decir: amonestar, animar, o incitar a una persona a tomar alguna decisión o a actuar de cierta manera. Siempre tiene que ver con el futuro, mientras la consolación tiene que ver con alguna prueba que sucedió en el pasado o que está sucediendo actualmente. Cuando exhortamos a alguien, le estamos impulsando hacia determinada acción.

Debemos hacerlo cada día, es decir, es una de nuestras responsabilidades más apremiantes como hijos de Dios.
¿Cuál debe ser el propósito de nuestras exhortaciones?
Nuestro propósito en exhortar debe ser ayudar a nuestros hermanos a apartarse del pecado, ya que el pecado nos engaña y nos separa de Dios.

3. Estamos unidos a Cristo, no tenemos excusa por ser incrédulos. Hebreos 3:14-15.
Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

Cuando creímos en Jesús como nuestro Salvador, Dios no unió con él, y con todos los que son de él. Somos participantes de su justicia (Romanos 5:1-2), y de su muerte, sepultura, y resurrección (Romanos 6:1-6). Por eso pertenecemos a él, y el pecado ha perdido autoridad sobre nosotros.
Con el privilegio de ser participantes de Cristo viene la responsabilidad de serle fiel. Estamos en el deber de mantener la misma fe que tuvimos al nacer en la familia de Dios. De la misma manera que nacemos por la fe, también vivimos por él. (Véase Gálatas 3:2-3.)
Volvemos al ejemplo de Israel. La nación salió de Egipto por la fe. Cruzó el mar Rojo por la fe. Estaban confiando que el Dios que derrotó al faraón les protegería de él. Su fe tambaleó, pero a lo menos obedecieron y siguieron a Moisés. Al llegar a la frontera de Canaán, estaban en el deber de demostrar la misma fe que tuvieron al salir de Egipto. En Canaán enfrentarían poderosos enemigos, pero su Dios les había comprobado que era más poderoso que cualquier rey terrenal. Ahora bien, Israel no creyó a su Dios. Desconfió y rehusó entrar en la tierra. ¿En ese momento dejó de ser el pueblo de Dios? ¿Perdió su salvación? ¡Claro que no! Dios siguió proveyendo por sus necesidades, y protegiéndoles de peligro. ¿Perdieron algo entonces? ¡Claro que sí! Perdieron el privilegio de disfrutar de lo que Dios les tenía preparado en Canaán.
De la misma manera, el creyente está en el deber de seguir confiando en su amante Salvador. Recibió la salvación por la fe, y la única manera de tener victoria en la vida espiritual es por la fe. Cuando confiamos en el Señor, nos sometemos a su voluntad. Estamos convencidos de lo que él tiene para nosotros es lo mejor. Ahora bien, ¿el creyente que no se somete a Cristo en su vida después de ser salvo pierde la salvación? No la pierda, porque está basada en la fidelidad de Dios. Lo que pierde es el gozo de disfrutar del gozo y de las bendiciones que Dios le tenía.

4. La incredulidad de Israel les robó la bendición. Hebreos 3:16-19.
¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

Los mismos israelitas que vieron la potencia de Dios cuando salieron de Egipto, y vieron la majestad de Dios sobre el monte Sinaí, fueron los que provocaron a Dios a ira por su incredulidad. No hay nada que exaspera más que una persona que rehúsa a aceptar un regalo ofrecido en buena fe. Pongamos un ejemplo. Digamos que una esposa trabajó toda la tarde para preparar una comida especial a su marido y éste, al llegar a casa le dice: “Estoy cansado de esos sancochos que haces. Salgamos al restaurante”. O digamos que un niño trabajó por días para preparar un regalo para su mamá, y el otro día encuentra el regalo en la basura. ¿Cómo se siente la persona cuyo regalo es rechazado? ¿Cómo crees que se siente Dios cuando rechazamos una y otra vez las bendiciones que él quiere darnos, porque estamos enamorados de hacer nuestra propia voluntad?
Dios no retiró de Israel su amor ni su protección cuando se rebelaron contra él por su falta de fe. Pero ellos nunca disfrutaron las bendiciones que les estaban esperando en Canaán. De la misma manera, el creyente que rehúsa someterse a Dios pierde una cantidad de bendiciones:
• Pierde el gozo de su salvación (Salmo 51:12).
• Pierde poder en la oración (Salmo 66:18).
• Pierde el privilegio de servir a Dios (Hechos 5:1-11).
• Pierde el placer de la comunión estrecha con Jesús (Mateo 26:75).
• Pierde el testimonio delante de otros, y trae infamia sobre el nombre de Cristo (2º de Samuel 12:13-14).
• Si persiste en pecar, pierde la vida física antes del tiempo (1ª de Juan 5:16).
• Pierde galardones en la vida futura (1ª a Corintios 3:15).
Pensándolo bien, ¿no te parece mejor someterte a Dios en fe y confianza hoy? Puedes estar seguro de que él quiere tu bien, y de que todo lo que tiene planeado para ti resultará en satisfacción y bendición duradera.

domingo, 6 de abril de 2008

Hebreos 3:1-6

MOISES Y JESUS.


Introducción.

Uno de los personajes más imponentes del Antiguo Testamento es el escritor de los primeros cinco libros de la Biblia. Es el hombre que nació esclavo y fue criado como príncipe. Es el caudillo que sacó de esclavitud a Israel de Egipto. Es el que recibió la ley divina de las manos del Creador. Ya sabes quien es. Se llama Moisés.
La historia de Moisés empezó con una emocionante intervención divina. La nación de Israel ya había estado en Egipto por cuatrocientos años. Durante buena parte de ese tiempo habían servido como esclavos a los egipcios. Al nacer el niño Moisés, estaba bajo sentencia de muerte por el cruel edicto del rey diciendo que todo niño israelita varón tuvo que ser echado al río Nilo. Su madre obedeció el edicto, pero hizo una canasta para protegerle del agua. Dios hizo que pasara la hija del rey, que viera al niño, y que tuviera compasión de él. Ella lo adoptó y lo crió en el palacio con los demás príncipes.
A los cuarenta años, Moisés tomó una decisión decisiva. Quiso identificarse con su pueblo Israel, aunque perdería para siempre los privilegios que había disfrutado en la corte de Faraón. Creyendo que estaba sirviendo a Dios, mató a un egipcio por maltratar a un israelita. Luego huyó del país, y vivió como pastor de ovejas en la tierra de Madián durante otros cuarenta años.
A los ochenta años, la vida de Moisés tomó una gira completa. Dios se le apareció en un arbusto ardiendo, y lo comisionó para regresar a Egipto y confrontar a Faraón. Le prometió que por su mano rescataría a Israel de la esclavitud. Al principio Moisés se negó a regresar a Egipto, pero Dios venció todos sus excusas, y al fin obedeció. La confrontación de Moisés y su hermano Aarón con Faraón fue emocionante. Dios azotó la nación de Egipto con nueve plagas y terminó con el juicio de quitar la vida a todos los primogénitos en el país. Solamente los que esparcían la sangre de un cordero perfecto sobre el dintel y los postes de la puerta de la casa escaparon.
La nación de Israel salió de Egipto la noche de esta primera pascua. Moisés guió a los israelitas durante cuarenta años mientras peregrinaban por el desierto entre Egipto y Canaán. Durante este período Dios mostró su poder de manera extraordinaria, alimentó a su pueblo, y dictó la ley a su siervo Moisés. Durante todo este tiempo, Moisés sirvió fielmente al Señor. Hablaba personalmente con él, y enseñaba con fidelidad y celo la palabra de Dios al pueblo. Cuando murió a los ciento veinte años, Moisés había grabado su nombre en el corazón de la nación de Israel. Era su héroe, su caudillo, y su ejemplo. ¿Quién pudiera superar a Moisés como líder de Israel y del pueblo de Dios a nivel mundial? En Hebreos vemos quién es el superior a Moisés. Lo estudiaremos en la presente lección.

MOISES EL SIERVO — CRISTO EL HIJO. Hebreos 3:1-6

1. Jesús: fiel apóstol y sumo sacerdote. Hebreos 3:1-2.
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús, el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

La carta a los Hebreos está dirigida a creyentes en Cristo. Sabemos con seguridad esto por dos frases en este versículo:
• Los recipientes son “hermanos santos”. Solamente los que han sido lavados por la sangre de Cristo pueden ser llamados santos. Dios nos purifica del pecado cuando confiamos en Jesús nuestro Salvador, y a la vez nos regala la justicia de Cristo (Romanos 5:1). Siendo purificados del pecado y separados para Dios, pertenecemos a la familia de Dios. Somos sus hijos por adopción, y por eso somos hermanos. ¡Qué hermosa relación tenemos con nuestro Salvador y con todos los redimidos!
• Los recipientes son “participantes del llamamiento celestial”. La palabra “participantes” quiere decir literalmente “socios” o “compañeros”. Todos juntos hemos sido llamados por el mismo Amante celestial, hemos respondido a su voz, y estamos unidos en una banda de compañerismo con él y con nuestros hermanos. Los que somos de Cristo nunca tendremos que sentirnos aislados ni solitarios. Formamos parte de una gran compañía de santos redimidos. Pertenecemos para siempre al Dios que murió por nosotros y resucitó en poder y gloria.
El escritor de Hebreos nos invita como hijos de Dios a considerar a Jesús. La palabra “considerar” quiere decir “mirar con gran atención o escudriñar”. Debemos estudiar detenidamente a nuestro Salvador, porque es del todo maravilloso. Entre más lo consideramos, más nos enamoramos de él. No hay mancha alguna en él, y del todo es perfecto y admirable.
Vemos a continuación dos títulos de Jesús. El primero es sorprendente, y el segundo iremos estudiando detalladamente al continuar examinando el libro de Hebreos. ¿Cuáles son estos dos títulos?
• Apóstol. Esta es la única ocasión en la Biblia que Jesús se llama apóstol, pero en varias ocasiones se nos dice que él fue enviado por Dios. Apóstol quiere decir sencillamente “mensajero o embajador”. Jesús fue un apóstol en el sentido que Dios Padre lo envió al mundo para revelar cómo es Dios y para proclamar su mensaje.

El apóstol Juan repite muchas veces que Jesús fue enviado del Padre. ¿Qué aprendes acerca de su comisión en los siguientes versículos?

Juan 3:17. El Padre envió a Jesús al mundo para salvar el mundo.
Juan 3:34. El Padre envió a Jesús al mundo para proclamar sus palabras al mundo.
Juan 5:36. El Padre dio ciertas obras a Jesús que hacer mientras estaba en el mundo.
Juan 6:29. Los que quieren hacer las obras de Dios deben creer a su mensajero, Jesús.
Juan 17:3. Jesús fue enviado al mundo para que conociéramos a Dios y así tener vida eterna.

• Sumo sacerdote. Como apóstol Jesús trajo el mensaje del Padre al mundo. Como sumo sacerdote, representa a los creyentes delante del Padre.

Los siguientes versículos hablan de las maneras que Jesús nos representa delante del Padre. ¿Qué aprendes acerca de su ministerio en cada texto?

1ª de Juan 2:1. Cuando pecamos, Jesús nos defiende delante del Padre. Muestra sus heridas por las cuales compró nuestra salvación. Su sangre derramada es la base de su defensa.
Romanos 8:34. Nadie nos puede condenar, ni Dios mismo, porque Jesús murió por nosotros, derramó su sangre a nuestro favor, y está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros.
Hebreos 7:25. Nuestra salvación es segura, porque se basa en la intercesión perpetua de nuestro admirable Salvador.

Ahora bien, el autor de Hebreos escribió la carta con el propósito de ayudar a los creyentes judíos a resistir la tentación de volver al judaísmo. Para lograr este fin, presenta a Cristo como superior a todo lo que conocían antes de convertirse. En este pasaje, está enseñando que Jesús es superior a Moisés.
En Hebreos 3:2 llama la atención a la fidelidad de Jesús y a la de Moisés. Tanto Moisés como Jesús cumplieron fielmente la obra que Dios les dio. Vamos a comparar el ministerio de los dos.


MOISES: Intercedió por Israel (Exodo 32:11-14)
JESUS: Intercede perpetuamente por los que confían en él (Romanos 8:34).

MOISES: Recibió la ley, y la entregó a la nación (Exodo 20:1-21).
JESUS: Compartió con sus discípulos todo el mensaje que el Padre le había dado (Jn.17:7-8).

MOISES: Alimentó a Israel por cuarenta años con el maná que Dios proveyó (Exodo 16:4).
JESUS: Alimenta espiritualmente para siempre a los que confían en él (Juan 6:32-35).

MOISES: Fue el instrumento por el cual Israel recibió la ley (Juan 1:17).
JESUS: Fue el instrumento por el cual la gracia y la verdad de Dios entró en el mundo (Juan 1:17).

Estos son apenas unas cuantas de las muchas comparaciones que pudiéramos hacer entre el ministerio de Moisés y el de Jesús. Aunque los dos eran fieles en hacer la voluntad de Dios, vemos en cada caso que el ministerio de Jesús es superior al de Moisés. Es más perdurable, y más profundo. La intercesión de Moisés fue efectiva en el momento, pero la intercesión de Jesús es eterna. La ley fue excelente, pero la gracia que Jesús trae es inmensa y sin igual. El maná alimentó físicamente a Israel durante cuarenta años, pero Jesús alimenta espiritualmente a los suyos continuamente y para siempre. La ley fue débil porque dependía de la obediencia humana para traer bendición. La gracia de Dios es segura porque depende de la obediencia de Jesús para traer bendición.

2. Jesús el Creador tiene más gloria que Moisés el siervo. Hebreos 3:3-4.
Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.

El que hace una casa tiene más gloria que el que la administra. En estos versículos la palabra “casa” se usa simbólicamente para referirse al pueblo de Dios. Moisés a la verdad administró la casa de Dios (la nación de Israel) cuando guío a la nación de Israel de Egipto a Canaán. Jesús en cambió es el Creador de la casa (tanto Israel como la Iglesia).
Esta es una fuerte evidencia para la deidad de Jesús. Si Jesús hizo la casa, y Dios hizo todas las cosas, Jesús tiene que ser Dios.

3. Moisés fue fiel en cumplir sus deberes como siervo. Hebreos 3:5.
Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

Moisés sirvió muy bien a Dios como un siervo en su casa. Hemos visto algunas de las maneras que sirvió al Señor mientras guío a la nación de Israel por el desierto. Fue un ministerio arduo, ya que los israelitas no fueron fáciles de gobernar. En varias ocasiones levantaron piedras para matarlo, y sólo Dios lo rescató. Moisés se desanimó más de una vez, y exasperado clamó a Dios que lo librara de tener que soportar un pueblo tan necio y rebelde. Sin embargo, cumplió fielmente su ministerio hasta que Dios lo llamó para estar con él.
La palabra “siervo” en este versículo no quiere decir esclavo ni empleado. Quiere decir alguien que sirve a otro por amor. El servicio de Moisés fue mucho más allá de él de un asalariado o un esclavo obligado a servir. Moisés guió a Israel y obedeció a Dios porque amaba a su Patrón celestial, y amaba al pueblo que estaba bajo su cargo. Moisés nos da ejemplo de servicio abnegado, y de una vida consagrado completamente al Señor. Aunque cometió errores, estos no cambiaron en nada el enfoque de su vida y de su amor.

4. Jesús es fiel como Hijo sobre su casa. Hebreos 3:6.
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.

Moisés fue fiel como siervo en la casa, pero Jesús es fiel como el dueño de la casa. Y ¿cuál es esta casa de que Jesús es Dueño? Pues claro, somos nosotros, los que hemos confiado en él como nuestro Salvador.
Algunos han malinterpretado la última frase de este versículo diciendo que si no nos mantenemos firme en nuestra fe, podemos perder la salvación. Como en todos los casos, tenemos que entender el pasaje con relación a su contexto. En este caso, el propósito de todo el libro de Hebreos es darnos confianza en la seguridad de la salvación que Dios nos ha regalado, basada en el sacrificio de Jesús. La idea no es que tenemos que seguir confiando para asegurar nuestra salvación, sino que nuestra confianza es una prueba de que somos de Dios. En Romanos 8:16 el apóstol Pablo explica que el mismo Espíritu Santo es el que confirma en nuestro corazón que somos hijos de Dios. El Espíritu Santo nos da confianza basada en la obra que Jesús hizo a nuestro favor.
La palabra “confianza” incluye la idea en el griego de tener “libertad para hablar y transparencia de vida”. Cuando existe plena confianza entre una pareja, ellos tienen libertad para comunicarse el uno al otro a un nivel muy profundo. No tienen nada que esconderse el uno del otro. Se deleitan cuando están juntos y pueden compartir la vida entre sí. Esta clase de confianza no se puede legislar. Es un producto de la fidelidad entre los dos, y del amor profundo que los une.
Esta es la relación que Dios anhela con nosotros. No quiere que haya barreras entre él y nosotros. No quiere que le tengamos miedo, ni que dudemos de nuestra relación con él. El nos acepta por lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Nada de lo que hacemos ni dejamos de hacer puede cambiar el sacrificio perfecto del divino Hijo de Dios. Nuestra confianza, luego está firme. Nuestra comunión no tiene estorbo. Nuestro gozo crece cada día más, y nuestra esperanza de un futuro de plena felicidad en su presencia es segura.

sábado, 22 de marzo de 2008

Hebreos 2:10-18

JESUS COMPRENDE LO QUE SUFRES


A. JESUS SE UNIO CON NOSOTROS EN SUFRIMIENTO. Hebreos 2:10-13.

1. Convenía al Creador sufrir por su creación. Hebreos 2:10.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

Este versículo es sorprendente. Piensa en lo que “conviene” a un rey o presidente. Inmediatamente vienen a la mente palabras como honor, prestigio, mansión lujosa, privilegios especiales, abundantes tesoros, y ceremonias impresionantes. Ahora piensa en lo que “conviene” al Creador del universo desde la perspectiva humana. Si un rey humano merece honor, ¡cuánto más el Rey del universo! Merece adoración, lealtad, honor, gloria y alabanza. Merece nuestro aprecio y nuestra obediencia. Todo esto es cierto, pero mira lo que dice el texto. Dice que como el Creador iba a llevar muchos hijos a la gloria, le convenía perfeccionarse por medio de aflicciones.
Este versículo nos llama la atención primero a la gloriosa persona de Jesucristo, el Hijo de Dios, el gran Creador, y el Dueño de todo lo que existe. Es imposible exagerar la gloria, poder y exaltada posición que el Hijo de Dios disfrutaba antes de su nacimiento en Belén. Estaba con Dios, y era en su esencia y naturaleza Dios (Juan 1:1-3). La pérdida que Jesús sufrió al entrar como hombre en la raza humana fue tan enorme que no podemos imaginarla. Sin embargo, él la soportó voluntariamente por amor a nosotros.
La palabra traducida “autor” quiere decir literalmente “pionero”, o “él que va adelante para abrir el camino”. Otra palabra en español que lleva la idea es “capitán”. ¡Qué título más hermoso para nuestro Señor Jesús! Por medio de su vida, muerte y resurrección, Jesús abrió para nosotros el camino a Dios. Nos mostró cómo vivir, murió para pagar nuestra deuda de pecado, y resucitó como garantía que nosotros también resucitaremos. Fue el Pionero que nos abrió el camino a la vida eterna. Es el Capitán que nos guía por el camino hasta llegar a su presencia.
Este gran Pionero no se contentó en abrir camino para sí mismo, como hacen algunos aventureros que exploran nuevas tierras para poder explotarlas. El propósito de Jesús en venir a este mundo, sufrir y resucitar fue que muchos hombres y mujeres le siguieran a la gloria. El quería mucha compañía en su hermoso hogar. Nos había hecho para estar en comunión con él, y no podía soportar la idea de pasar la eternidad sin nosotros a su lado.
Para poder hacer esta gran obra, el santo Hijo de Dios tuvo que ser perfeccionado. Esto no quiere decir que había algún defecto en él, ni que había cometido pecado alguno. En este caso “perfeccionar” quiere decir “completar, hacer adecuado y efectivo”. ¿En qué sentido tuvo que ser perfeccionado Jesús? Tuvo que experimentar nuestros dolores y sufrimientos. Tuvo que sufrir tentaciones y pruebas. Tuvo que aprender por medio de la experiencia propia lo difícil que es resistir la tentación. Tuvo que padecer toda clase de dolor para que pueda consolarnos cuando estamos sufriendo.

2. Jesús se identifica plenamente con nosotros. Hebreos 2:11.
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos, por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.

Jesús está unido con nosotros, y somos unidos con él. Somos de una sola familia. El se humilló a la condición de hombre para que pudiera elevarnos a tener plena comunión con él. Cuando lo recibimos como Salvador, Jesús nos perdona, nos purifica con su sangre (nos santifica), y gustosamente nos llama sus hermanos y hermanas. Qué lindo es tener a un “hermano mayor” que está preparando todo para nuestra llegada a su presencia. Nos ama y se deleita en nuestro amor.

TEMA PARA REFLEXIONAR: Jesús, siendo el omnipotente Creador, no se avergüenza de llamarte “hermano”. ¿Te avergüenzas de él delante de tus amigos y familiares?

3. La unión de Cristo con su pueblo en profecía. Hebreos 2:12-13.
Diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

Este versículo cita Salmo 22:22 donde el Mesías llama “hermanos” a los que creen en él. Esto se aplica a los salvos de Israel, y especialmente a la Iglesia que se compone de creyentes judíos y gentiles. También cita de Salmo 18:2, y de Isaías 8:18. Este último versículo está hablando en el contexto de los hijos del profeta Isaías, pero el Espíritu Santo aplicó las palabras a Jesús. Reflejan el tierno amor que nos brinda, y el deleite con que nos acerca a su corazón como hermanos e hijos. ¡Qué gracia y qué amor!

B. JESUS NOS LIBERTO CON SU MUERTE. Hebreos 2:14-16.

1. Jesús nos libró de Satanás y del temor de la muerte. Hebreos 2:14-15.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

¿Por qué nació Jesús como hombre? ¿Por qué entró en la raza humana, sabiendo que le iba a costar terrible sufrimiento y muerte? Lo hizo precisamente porque sus amados hijos eran hombres. Jesús vivió bajo las limitaciones y condiciones humanas para identificarse totalmente con nosotros (menos en el pecado), y así librarnos de dos grandes enemigos: la muerte y Satanás.
Para librarnos de la muerte, tuvo que vencer la muerte. Tuvo que morir y resucitar para mostrar decisivamente que la muerte no puede retener en sus garras a los que son de Jesús.
Para librarnos de Satanás, tuvo que entrar en la esfera donde Satanás reina como el “príncipe del poder del aire” (Efesios 2:2), y sufrir todas las tentaciones que éste podía hacerle. Tuvo que vencer sus insinuaciones y maquinaciones en carne propia. Tuvo que someterse a la voluntad del Padre hasta la agonizante y humillante muerte de cruz. Y finalmente, tuvo que resucitar en victoria de la tumba en un glorioso cuerpo eterno.
Satanás nos había esclavizado por lo menos de dos maneras. Primero, nos engañó, haciéndonos creer mentiras acerca de Dios, nosotros mismos, y la naturaleza de la felicidad. Este engaño nos llevó a rechazar a nuestro amante Dios, exaltarnos pensando que podemos ser pequeños dioses, y buscar felicidad en cosas terrenales y materiales. En fin, engañados por Satanás, nos rebelamos contra Dios y nos entregamos al pecado. Jesús dijo claramente que el que hace pecado, esclavo es del pecado (Juan 8:34).
Segundo, Satanás nos esclavizó por medio del temor a la muerte. Los engaños del enemigo tienen que ver con el temor a la muerte. Calumniando a Dios, nos hizo creer que los designios y propósitos de Dios con relación a nosotros son caprichosos, que él no es digno de confianza, y que podemos disfrutar mejor la vida apartado de él. A la vez, exaltó la vida terrenal, enseñando que esta es todo, y que la vida después de la muerte es insegura. Nos hizo enfocarnos en esta tierra, y olvidar que tenemos un destino mucho más grande que este pequeño planeta. Al hacernos creer que la única felicidad que importa es la que encontramos en esta tierra, nos insinuó que la muerte es un terrible enemigo que acaba con todo lo bueno. Los que creen estas mentiras del enemigo sufren durante toda su vida por temor a la muerte que se aproxima. No pueden disfrutar plenamente de las bendiciones que Dios les da libremente, porque tienen miedo de perderlas.
Cuando Jesús murió y resucitó, dejó desarmado a Satanás. Mostró en su propia carne que la muerte es solamente una puerta que nos lleva a una vida más hermosa que esta. Escogió la muerte más agonizante y cruel posible, para mostrar que tiene poder sobre la muerte en todas sus formas. Si venció la más terrible, su victoria es total. Resucitó en un cuerpo humano glorificado, inmortal, y sin limitaciones. Como es nuestro Hermano mayor, nuestro Pionero que va delante mostrando el camino, y nuestro gran Capitán, sabemos que nuestro cuerpo eterno será parecido al suyo.
La muerte y resurrección de Jesús nos libran del temor a la muerte. Nos libran para disfrutar de lleno los años que tenemos en esta vida. Nos libran de las mentiras de Satanás, y nos libran del poder del pecado en nuestra vida. ¡Qué Salvador glorioso y fiel! Dale gracias ahora mismo por lo que logró por ti cuando murió en la cruz y resucitó.
Nota: Cuando dice que Jesús “destruyó” a Satanás con su muerte y resurrección, no quiere decir que lo acabó. Obviamente el enemigo todavía existe, y está operando en el mundo. De hecho, existirá para siempre en el lago de fuego (Apocalipsis 20:10), ya que Dios al crearlo lo hizo un ser eterno, igual que los hombres. La palabra “destruir” en este versículo quiere decir más bien “incapacitar o nulificar”. Satanás perdió su autoridad sobre los que creen en Jesús como Salvador. Su poder ha sido quebrantado, y sus armas destruidas. Esto no implica que Satanás no tiene autoridad ni poder en los incrédulos. Los que no han confiado en Jesús están bajo su dominio, engañados por sus mentiras, y llenos de temor acerca del porvenir. Sólo los que ponen su fe en Cristo escapen de sus artimañas.
2. Jesús hizo por los hombres lo que no hizo por los ángeles. Hebreos 2:16.
Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

Los ángeles, siendo puro espíritu, no pueden comprender la condición humana. No pueden simpatizar a fondo con nuestro dolor, con nuestras tentaciones, y nos nuestra debilidad. Jesús en cambio puede hacerlo, porque él se hizo hombre.
Aunque los amaba, Jesús no se hizo ángel para rescatar a los ángeles que pecaron. Había hecho a cada ángel en una creación por separada. En la eternidad pasada, cada ángel tomó su decisión de mantenerse fiel a Dios o de levantarse contra él en la rebelión de Lucero. Una vez tomada la decisión, cada ángel fue confirmado en el estado que había elegido. Los ángeles que escogieron a Dios fueron confirmados en santidad, y los que se rebelaron fueron confirmados en la maldad.
En cambio, Jesús tomó cuerpo humano. Fue hecho por un tiempo un poco menor de los ángeles para poder sufrir muerte y rescatar así a todos los que creemos en él. Dejó sus riquezas y gloria en el cielo por un tiempo, para que nosotros podemos compartirlas con él para siempre.

C. JESUS NOS SOCORRA EN LA TENTACION. Hebreos 2:17-18.

1. Jesús sufrió para que pueda ser nuestro sumo sacerdote. Hebreos 2:17.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
En resumen vemos que el ministerio del sumo sacerdote tenía dos partes principales. Debía ofrecer sacrificios para limpiar el pecado del pueblo, y debía interceder por el pueblo ante Dios. En adición, el sumo sacerdote llevaba sobre sus hombros y sobre el pecho piedras costosas que tenían grabados los nombres de las tribus de Israel (Exodo 28:9-21). El hombro significa fuerza, y el pecho amor. El sumo sacerdote, entonces, debía sostener espiritualmente al pueblo, y amarlo así como Dios lo amaba.
Ahora bien. Jesús es el perfecto sumo sacerdote. Ofreció el sacrificio perfecto por el pecado, no solamente de Israel, sino del mundo entero (1ª de Juan 2:1-2). Intercede constantemente por los suyos (Hebreos 7:25). Además nos sostiene por su omnipotente poder, y nos ama con amor sin límites.
Los sumo sacerdotes a través de la historia de Israel muchas veces fracasaban en su ministerio. No fueron ni misericordiosos ni fieles. Jesús en cambio entró en la raza humana para que pudiera compartir nuestros dolores, y así ser un misericordioso sumo sacerdote. Con respecto a Dios, fue totalmente fiel. No falló en un solo punto. Cumplió perfectamente la voluntad del Padre.

2. Jesús sufrió para que pueda socorrernos cuando somos tentados. Hebreos 2:18.
Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

Siendo Dios, ¿cómo pudo nuestro Señor sufrir siendo tentado? Si no era pecador, ¿cómo pudo ser tentado? Sencillamente, Jesús pudo ser tentado porque al ser realmente humano, tenía verdaderas necesidades humanas. Igual que nosotros, necesitaba comida, agua, amor, compañerismo, aprecio, y muchas otras cosas tanto físicas como emocionales. Jesús, siendo humano, sentía dolor físico y emocional al faltar alguna de sus necesidades. La tentación de hacer mal no procede necesariamente del deseo de hacer mal (aunque muchas veces esto sucede en el caso nuestro). Más bien, la tentación de hacer mal procede de que el tentador presenta algo que puede satisfacer una necesidad legítima de manera incorrecta.
Pongamos un ejemplo de la Biblia. La pareja Ananías y Safira de Hechos 5:1-11 eran avaros y orgullosos. Anhelaban ser estimados por la iglesia por su generosidad, pero a la vez querían disfrutar de su dinero. Satanás aprovechó su debilidad para plantar en su mente la idea de mentir a la iglesia. Vendieron una propiedad, y llevaron una parte del precio a la iglesia diciendo que era todo. Ananías y Safira cedieron a la tentación porque su corazón ya estaba inclinado hacia la maldad, especialmente hacia la avaricia.
En el caso de Jesús, no había nada en él que resonara con la tentación a hacer mal. Era del todo santo y puro, y no había nada de pecado en él. Jesús tenía verdaderas necesidades, pero dependía totalmente de su Padre para satisfacerlas o no, según su voluntad. Jesús sufría verdadero dolor, pero no quiso en ningún momento aliviarlo por medios no aprobados por su Padre. Así vemos que Jesús pudo ser tentado, y pudo sufrir siendo tentado, sin ceder en lo más mínimo al pecado.
El hecho de que Jesús venció la tentación lo acredita para socorrernos cuando somos tentados. El ha pasado por la experiencia, de modo que sabe cuánto duele. El ha ganado la victoria, de modo que puede ayudarnos a ser victoriosos también.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Hebreos 2:5-9


DIOS HECHO HOMBRE

Una niña estaba desconsolada por la muerte del perro que había sido su compañero durante toda la vida. Esa noche no quería que su mamá la dejara sola en la cama. La abrazaba llorando y rogaba que quedara con ella. La mamá la consoló y se quedó a su lado por buen rato. Por fin le dijo: —Hija, tengo que irme. Estarás bien porque Dios está contigo.
La niña respondió entre sollozos, —Lo sé, mamá, pero yo quiero a alguien con piel.
Lo que dijo la niña es cierto. Todos queremos a “alguien con piel” cuando estamos tristes. Necesitamos saber que él que nos consuela conoce nuestras luchas y debilidades. Necesitamos a alguien que conoce nuestra condición, y que nos acepta tal como somos. Necesitamos a alguien que no solamente nos conoce, sino que tiene poder para ayudarnos. Dios sabía esto. Por eso se hizo hombre. Tomó sobre sí mismo nuestra piel (pero no nuestro pecado), y vivió en medio de nosotros.

A. LA CONDICION HUMANA. Hebreos 2:5-8.

1. Los ángeles no tienen autoridad en el mundo presente ni venidero. Hebreos 2:5.
Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando.

El tesis de esta sección del libro de Hebreos es que Jesús es superior a los ángeles. Hemos visto que Jesús es superior a los ángeles de muchas maneras.

Jesús es superior a los ángeles. Miremos los siguientes textos:

Hebreos 1:4. Jesús tiene nombre más excelente que los ángeles.
Hebreos 1:5. Jesús es el Hijo de Dios, mientras los ángeles son siervos de Dios.
Hebreos 1:6. Los ángeles adoran a Jesús.
Hebreos 1:8. Jesús es Dios, y su autoridad (trono) es eterno.
Hebreos 1:10. Jesús es el Creador, mientras los ángeles son criaturas.
Hebreos 1:12. Jesús es eterno e inmutable.
Hebreos 1:13. Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre, en la posición de honor y autoridad.
Hebreos 2:2-3. La palabra de Jesús es más excelente de la que trajeron los ángeles. (La salvación anunciada por Jesús es mayor que la ley entregado por ángeles.)


Continuamos con el tema de la superioridad de Jesús sobre los ángeles. Hay un motivo por el cual se pudiera pensar que Jesús es inferior a los ángeles, porque tomó forma humana. El autor de Hebreos muestra que aun en este aspecto, Jesús es más excelente que los ángeles, y digno de todo honor, gloria y alabanza.
Aunque los ángeles son más poderosos que los hombres y son inmortales, Dios no ha entregado el mundo bajo su dominio. Dios entregó a los hombres tanto la presente creación como el mundo venidera.

Según Génesis 1:26-28, el plan de Dios para la humanidad es:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.


¿En qué sentido creó Dios al hombre a su imagen?
Le dio un espíritu capacitado para estar en comunión con él. Le dio capacidades morales, artísticas, y creativas. Le dio libre albedrío de modo que las decisiones que toma afectan de verdad su situación. Le dio inteligencia y emociones.

¿Cómo demostró Dios su amor al hombre en este pasaje?
Entregó al hombre el bello planeta que había creado, y le dio dominio sobre todas las criaturas que viven sobre él. Además lo bendijo y lo mandó llenar la tierra y administrarla.

Dios no solamente entregó la presente creación al hombre, sino también le dio autoridad en el mundo venidero, porque Jesús promete que reinaremos con él y compartiremos su gloria (2ª de Pedro 3:13, Apocalipsis 22:5).

2. El hombre fue creado un poco menor que los ángeles. Hebreos 2:6-7a.
Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles.

Aquí el autor de Hebreos cita Salmo 8, donde David expresa su asombro que el majestuoso Dios honrara al hombre, siendo éste una mera criatura. El hombre fue creado un poco menor que los ángeles, y por lo tanto inferior a ellos. ¿En qué sentido es inferior a los ángeles? Tiene menos poder. Está limitado por su cuerpo material. Depende de cosas materiales como comida, agua, aire, y un lugar de refugio de los elementos.

3. Dios entregó la autoridad sobre la creación al hombre. Hebreos 2:7b-8a.
Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos. Todo lo sujetaste bajo sus pies.

A pesar de que el hombre tiene limitaciones que no tienen los ángeles, Dios le honró y le entregó la creación material que había hecho. Le dio autoridad ilimitado sobre este planeta y todo lo que contiene. A ningún ángel Dios le dio tanta autoridad y poder de actuar.

TEMA PARA REFLEXIONAR: Por decreto de Dios, somos administradores de esta creación. Los que conocemos al Creador debemos procurar proteger y manejar con inteligencia la naturaleza. Debemos tratar con compasión y sabiduría a los animales, y cuidar las ecosistemas que nos rodean. ¿Cómo tratas tú a los animales, plantas, y demás elementos de la creación que están bajo tu poder? Medita en Proverbios 12:10 y Génesis 1:26-28. ¿Cómo puedes ser mejor administrador de la bella creación que Dios ha entregado en tu mano?

4. El hombre perdió su posición por el pecado. Hebreos 2:8b.
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él, pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

Aunque Dios entregó toda esta creación al hombre para su cuidado y administración, Adán perdió gran parte de su dominio cuando obedeció la voz del enemigo, y se rebeló contra Dios. Como había rechazado la autoridad de Dios, cayó bajo el poder del diablo. Dios maldijo la creación por causa de la rebelión del hombre (Génesis 3:17-18 y Romanos 8:18-21). Como el corazón humano se corrompió cada vez más por causa del pecado y los engaños de Satanás, Dios dio a los animales la defensa de miedo al hombre, y a algunos les dio una naturaleza feroz (Génesis 9:2 y 5). Por estos motivos, vemos que toda la creación no está sujeta al hombre hoy. Ni los peces ni los pájaros silvestres obedecen al hombre. Los animales salvajes se esconden del hombre, los domesticados muchas veces le sirven por temor y no por amor, y algunos animales lo atacan. ¿Quién nos podrá devolver el dominio que perdimos por causa del pecado?


B. JESUS EXPERIMENTO LA CONDICION HUMANA. Hebreos 2:9.

1. Jesús tomó sobre sí las limitaciones humanas. Hebreos 2:9a.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús.

¿Quién nos podrá rescatar de nuestra posición caída? Pues, claro. Jesús es nuestro gran Paladín, nuestro Campeón que entró en la raza humana para restaurarla a la gloria perdida. Cuando se hizo hombre, Jesús, como nosotros, fue hecho un poco menor o inferior que los ángeles. Mientras caminaba en la tierra tuvo que dormir, comer y tomar agua para vivir, así como todos sus semejantes. Sintió cansancio, dolor, y sed. Sudó mientras trabajaba, y voluntariamente se sometió a todas las limitaciones humanas. El Creador de los ángeles necesitó su ayuda en varias ocasiones (Mateo 4:11 y Lucas 22:43).
¿Por qué tomó sobre sí nuestra piel y experimentó nuestro dolor? Lo hizo para poder restaurarnos el dominio que perdimos por el pecado. Lo hizo para rescatarnos de Satanás, del pecado, y de la muerte. Lo hizo para renovar en nosotros la imagen de Dios que fue distorsionada cuando Adán pecó.
Ningún ángel pudo hacer lo que Jesús hizo. Ningún ángel pudo rescatar a la humanidad del pecado. Ningún ángel puede compartir con nosotros nuestros dolores, nuestros anhelos, nuestros sueños, y nuestra herencia. Sólo Jesús, el omnipotente y amante Creador, quien voluntariamente fue hecho un poco menor que los ángeles, nos conoce a fondo. Podemos confiar en él, sabiendo que él ha compartido nuestra vida, nuestras debilidades, y nuestros dolores.

2. Jesús está disfrutando la honra que Dios prometió a los hombres. Hebreos 2:9b.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra.

Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles, pero ahora está coronado de honra y de gloria. Tiene un cuerpo glorificado que no tiene límites. Está sentado a la derecha del Padre. Está disfrutando de toda la gloria que tenía en el cielo antes de su encarnación. Y lo mejor de todo, es que él ofrece a nosotros lo que él está disfrutando ahora. Quiere que estemos con él, participando con él en sus actividades durante toda la eternidad.

Dios tiene planes y propósitos con la humanidad. Veamos como lo describen los siguientes textos:

Romanos 8:17. Somos coherederos con Cristo. Todo lo que él recibe de su Padre, lo comparte con nosotros.
Juan 14:1-3. Jesús está preparando un hogar exquisito para nosotros en la casa del Padre.
Juan 17:23. Jesús desea que estemos con él para siempre, apreciando su gloria, y disfrutando de su presencia.
Apocalipsis 22:3-5. Serviremos a Dios delante de su trono. Estaremos íntimamente identificados con Jesús (tendremos su nombre en la frente). Reinaremos con Jesús para siempre.

Aun durante su vida en la tierra, Jesús demostró dominio sobre la creación. El nos mostró lo que el hombre perdió cuando pecó. Murió para solucionar el problema del pecado y devolvernos el dominio que Dios quiere que tengamos.

Jesús mostró dominio durante su vida terrenal, Veamos como muestra su dominio en los siguientes versículos:

Mateo 17:24-27. Tuvo dominio sobre los peces.
Lucas 5:4-6. Tuvo dominio sobre los peces.
Lucas 22:34 y 60. Tuvo dominio sobre las aves.
Marcos 1:12-13. Tuvo dominio sobre los animales silvestres.
Marcos 11:2 y 7. Tuvo dominio sobre los animales domesticados.
Mateo 8:23-27. Tuvo dominio sobre las tempestades.
Mateo 14:25. Tuvo dominio sobre el agua.


3. Jesús se hizo hombre para poder morir en nuestro lugar. Hebreos 2:9c.
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, … a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

¿Por qué tomó Jesús nuestra piel? ¿Por qué se sometió a las limitaciones humanas? ¿Por qué no ejerció su poder y derecho como Dios de decretar acabado el pecado, sin humillarse a nuestra condición? Jesús vino a este mundo como hombre por un solo motivo. Vino para morir. Vino para sufrir el agonizante aguijón de la muerte a nuestro favor, para que nosotros pudiéramos disfrutar de su vida.
¿Qué le motivó a hacer un sacrificio tan enorme? Fue su amor. Fue su infinita gracia. No había nada en nosotros que impulsó a Jesús a despojarse de su gloria para entrar en el mundo. Sabía que aquí sólo le esperaba abusos, rechazo, y muerte a las manos de los que había venido a rescatar. No nos buscó porque somos buenos, sino porque él es bueno. No nos buscó por lo que podemos darle, sino por lo que él quiere darnos. No nos buscó porque somos dignos de su misericordia. Nos buscó porque sentía compasión por nosotros. Nos buscó porque habíamos sido engañados por el tentador, y sólo él podía librarnos de sus garras. Nos buscó porque no podía tolerar la idea de pasar la eternidad sin nosotros a su lado. Nos ama porque él es amor, y no puede dejar de amarnos. ¿Estás respondiendo a su amor?

miércoles, 27 de febrero de 2008

Hebreos 2:1-4


EL EVANGELIO ES SUPERIOR A LA LEY


En la frontera entre los Estados Unidos y el Canadá hay una catarata famosa llamada la cascada de Niagara. Es ancha y caudalosa, ya que se encuentra en un río grande. Hace más de un siglo sucedió un caso curioso con relación a aquella cascada.
Parece que unos cuantos kilómetros arriba de la catarata, cierto hombre se dispuso a pescar desde un bote pequeño. Remó hasta un punto donde el agua pasaba lentamente, y echó su anzuelo al fondo. Pasó el tiempo, y como no pescó nada, le dio sueño. Tranquilamente se acostó sobre una colchoneta para echar la siesta. Mientras dormía, el bote lentamente se apartó de tierra y entró en la corriente del río. Mientras la fuerza del agua crecía, el bote iba flotando río abajo hacia la gran cascada con su pasajero dormido abordo.
Ahora bien, a dos o tres kilómetros de la cascada las autoridades habían puesto grandes avisos prohibiendo la navegación, porque la corriente iba cada vez más rápido mientras se acercaba al punto de salto. El dormitado pescador pasó tranquilamente aviso tras aviso hasta llegar a unos metros de la cascada. De repente algunos transeúntes que estaban a la ribera del rió se dieron cuenta que un hombre estaba acostado en el bote, y llamaron frenéticamente para despertarlo. El pescador oyó sus gritos y volvió en sí. Asustado empezó a remar con todas sus fuerzas, pero ya era tarde. Se había dejado llevar por la corriente hasta la cascada, y fue llevado por el agua hasta el remolino al pie de la catarata.
Aquel hombre perdió su vida por descansar cuando debía haber velado, por descuidar los avisos, y por dejarse llevar por la corriente. ¿Qué tiene esta historia que ver con el libro de Hebreos? El peligro de dejarse llevar por la corriente no solamente se encuentra en los ríos. También es un peligro en la vida espiritual. El autor de Hebreos habla del terrible peligro de deslizar en nuestra relación con Dios. Veremos sus consejos.

A. LA LEY FUE GRANDE, AUNQUE TRAIDO POR ANGELES. Hebreos 2:1-2.

1. Admonición a diligencia. Hebreos 2:1 y 1ª a Timoteo 2:15.
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. / Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

En Hebreos 2 tenemos la primera de una serie de admoniciones a nosotros los que creemos en Jesús. Aquí el Espíritu Santo nos aconseja a ser diligentes en la vida espiritual, porque si no lo hacemos, nos deslizaremos. La palabra “deslizar” quiere decir literalmente “dejarse llevar por la corriente”. Como creyentes podemos hacer lo mismo que hizo aquel despreocupado pescador. Algunos de nosotros descansamos cuando debemos estar vigilantes, descuidamos los avisos en la palabra de Dios, y nos dejamos llevar por el corriente de la cultura en que vivimos o por los deseos e inclinaciones de nuestra naturaleza pecaminosa.
Sabemos que esta admonición es para creyentes, porque el autor se incluye a sí mismo. El no está invitando a inconversos a creer en Jesús, sino a creyentes a ser diligentes en su caminar con Cristo. El apóstol Pablo da un consejo parecido al joven Timoteo cuando le dijo que debía procurar con diligencia usar bien la palabra de verdad. Es necesario ser vigilantes y diligentes en nuestro andar con Dios. Si no, perdemos la aprobación de nuestro Señor, y nos dejamos llevar cada vez más lejos de Dios por la corriente de este mundo.
Ahora bien, en qué debemos ser diligentes para mantener nuestra relación con Cristo fresca y ferviente. Tanto Hebreos 2:1 y 1ª a Timoteo 2:15 hablan de la importancia de las Escrituras. Hebreos dice que debemos “atender a las cosas que hemos oído”, y Timoteo agrega que debemos usar bien la palabra de verdad. Vemos, entonces, que la lectura, la memorización, la meditación, y el estudio de la Biblia son una base fundamental en nuestra vida con Jesús. A través de la palabra de Dios:
• Conocemos a nuestro Salvador en toda su belleza.
• Conocemos a nosotros mismos y nuestra necesidad de él.
• Aprendemos cómo vencer el pecado.
• Aprendemos cómo agradar a Dios.
• Recibimos consuelo, dirección, y fortaleza para hacer la voluntad de Dios.
• Recibimos las armas que necesitamos para vencer a Satanás con todas sus artimañas.

TEMA PARA REFLEXIONAR: Teniendo a la mano un recurso tan excelente, estamos en el deber de apartar tiempo para leerla y considerar detenidamente lo que Dios quiere enseñarnos en sus páginas. Si no lo has hecho, empieza hoy con un cuaderno a apuntar lo que estás aprendiendo de la Biblia. Al leer un pasaje, puedes usar cualquier de estas actividades para poder entenderlo mejor:
• Orar para que el Espíritu Santo te abra el entendimiento y que te enseñe lo que debes aprender de su palabra.
• Hacer un bosquejo del pasaje, buscando sus divisiones naturales. Luego, hacer un resumen de la enseñanza principal de cada sección del bosquejo.
• Buscar lo que el pasaje te dice acerca de Dios, acerca de ti, acerca del programa de Dios para el mundo.
• Apuntar algún pecado que debes evitar, alguna promesa que puedes apropiar, algo que puedes hacer para agradar a Dios, algún motivo por el cual adorar a Dios.
• Contestar las preguntas: ¿Quién está hablando? ¿A quién está dirigido el mensaje? ¿Qué quiere decir el mensaje? ¿Cómo puedo aplicar el pasaje a mi vida?
• Buscar las referencias afines que encuentras en tu Biblia. ¿Cómo te ayudan a entender el pasaje que estás estudiando?
• Buscar palabras desconocidas en un diccionario de español. Buscar costumbres, personajes, y doctrinas en un diccionario bíblico.
• Consultar con un maestro espiritual o comentario de confianza cuando encuentras un pasaje difícil de entender.

Hemos visto que una manera de “deslizarnos” en la vida cristiana es descuidar la palabra de Dios. ¿Hay otras maneras?

Las siguientes citas te darán unas pistas cómo puedes disfrutar al máximo tu relación con Jesús. Recuerdas que al descuidar cualquiera de estas actividades empezarás a deslizar espiritualmente. La corriente de este mundo te llevará lejos de tu amante Salvador.

Salmo 119:11. Aprender de memoria y meditar en pasajes de la Biblia sirven como protección contra el pecado.
Salmo 119:9. Obedecer la palabra de Dios nos libra del pecado.
Salmo 55:17. La oración frecuente durante el día mantiene nuestro contacto conciente con Dios.
Salmo 95:6-7. La adoración a Dios por lo que él es y por lo que hace mantiene nuestra comunión con él.
Mateo 4:4. La palabra de Dios alimenta nuestro espíritu.
Lucas 6:12. Jesús nos da el ejemplo de pasar tiempo en ferviente oración.
Hebreos 10:24-25. Debemos congregarnos con otros que aman al Señor. Nos reunimos para estimularnos mutuamente a amar a Dios y a servirle con gozo.

Antes de dejar esta importante enseñanza, vamos a pensar en algunos personajes bíblicos que se “deslizaron” de Dios, o se dejaron llevar por el corriente de este mundo.

DESCUIDADOS DE LA BIBLIA

Lot (Génesis 13:10-13) 1. Se apartó de Dios al separarse de su tío, porque le gustaban las ventajas que le ofrecían las ciudades de la región donde vivía.
David (2º Samuel 11-12 y Salmo 51), 2. Se enfrió espiritualmente porque mi lascivia le llevó a cometer adulterio y homicidio. Duró por lo menos un año separado de Dios porque no quiso arrepentirse.
Salomón (1ª de Reyes 11:1-8) 3. Descuidó a Dios por atender a sus esposas, y terminó adorando los dioses de ellas.
Elí (1º de Samuel 2:11-17) 4. Se alejó de Dios porque no quiso reprender a sus hijos que estaban haciendo abominaciones en la casa de Dios.
Asaf (Salmo 73) 5. Por poco se deslizó espiritualmente porque quitó sus ojos de Dios y los fijó en los impíos prósperos que vivían cerca de él.
Gedeón (Jueces 8:27) 6. Por la fe ganó una gran victoria para Israel, pero después dejó de adorar a Dios por dar honor al efod que él había hecho.
Sansón (Jueces 16:1-22) 7. Se dejó perder su gran fuerza por enamorarse de una mujer engañosa.
Pedro (Mateo 26:75) 8. Desconfió en las palabras de su Señor, y durmió cuando él le dijo que orara. Como consecuencia lo negó delante de sus enemigos.
Efeso (Apocalipsis 2:1-7) 9. La iglesia fue conocida por las buenas obras, pero descuidaron su amor a Jesús.
Laodicea (Apocalipsis 3:14-22)10. La iglesia fue próspera materialmente, pero pobre espiritualmente porque descuidaron su relación con Jesús.

2. Los ángeles trajeron la ley. Hechos 7:53 y Deuteronomio 33:2.
Vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. / (Moisés) dijo: Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció desde el monte de Parán, y vino de entre diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha.

Hebreos fue escrito principalmente para creyentes judíos. Ellos sabían muy bien que el Antiguo Testamento había venido de Dios. En especial, la ley de Moisés había sido entregado por medio de los santos ángeles. A pesar de la dignidad de los mensajeros que trajeron la ley, Israel la descuidó, y sufrió el castigo de Dios por su falta de obediencia.

3. La ley exigía obediencia, cuánto más el evangelio. Hebreos 2:2-3a.
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?

Los que no guardaron la ley sufrieron disciplina. Dios exigió obediencia a la palabra que había enviado al mundo por medio de ángeles. Vemos la disciplina de Dios contra la nación de Israel a través del Antiguo Testamento, porque los israelitas descuidaban una y otra vez los mandamientos de la ley. Se apartaban de Dios dejándose llevar por la corriente del paganismo que estaba a su alrededor.
Ahora bien, si Dios exigía obediencia a la ley que fue entregado a los hombres por medio de ángeles, ¿cuánto más pedirá obediencia a la palabra traído por su amado Hijo Jesucristo? Los israelitas no escaparon el castigo de Dios cuando descuidaban la ley. Nosotros tampoco escaparemos la disciplina de nuestro amante Dios si descuidamos la salvación que tenemos por medio de Jesucristo.
¿Estamos hablando de perder la salvación? ¡Por supuesto que no! Israel siguió siendo la nación escogida por Dios a pesar de su desobediencia. Nosotros seguimos siendo hijos de Dios aun cuando pecamos. Pero nosotros, como ellos, sufriremos la disciplina de Dios para traernos al arrepentimiento. Podemos evitar la disciplina siendo diligentes en nuestro andar con Cristo.

B. EL EVANGELIO, TRAIDO POR EL HIJO, ES MAS GRANDE. Hebreos 2:3-4.

1. Jesús anunció el evangelio. Hebreos 2:3a y Mateo 4:23.
¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, / Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Durante todo su ministerio público el Señor Jesús anunciaba la salvación que él estaba ofreciendo al mundo. La palabra “evangelio” quiere decir “buenas nuevas de parte de Dios”, y de verdad, la salvación que Jesús nos ofrece es “buenas nuevas” para nosotros los pecadores.

Jesús habló acerca de la salvación en cada uno de los siguientes textos. Veamos que tenemos que hacer para aprovechar su oferta.

Juan 3:16. Dios envió a su Hijo al mundo por amor a nosotros. Los que creemos en él tendremos vida eterna.
Juan 3:36. El que cree en Jesús recibe inmediatamente la vida eterna. El que rechaza la oferta sufrirá la ira de Dios.
Juan 6:35. Jesús es el pan espiritual que da vida a todos los que en él creen. Los que lo reciben serán completamente satisfechos.
Juan 6:38-40. Jesús vino para hacer la voluntad del Padre. Nuestra seguridad como creyentes se basa en la obediencia de Jesús a Dios Padre, porque es la voluntad del Padre que los que creen en el Hijo tengan vida eterna.

Pudiéramos agregar muchos otros textos a esta lista. Jesús explicó claramente su propósito en descender al mundo, y lo que tenemos que hacer para recibir sus regalos de perdón y vida eterna. Si descuidamos su oferta, no hay manera de escapar el juicio eterno.
Como creyentes, hemos recibido un regalo inmenso y valioso. Dios quiere que aprovechemos al máximo todas sus provisiones. Si descuidamos nuestra vida espiritual, nos disciplinará para que consagremos nuestra vida a él. Es pecado grave, y dejarnos llevar por los pecados de la vida pasada, por que al hacer esto tenemos en poco el sacrificio de nuestro Salvador.

2. Los apóstoles confirmaron el evangelio. Hebreos 2:3b y Lucas 24:46-48.
La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, / Y les dijo (Jesús): Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.

Jesús anunció el evangelio y explicó las responsabilidades de los que disfrutan de sus provisiones. Cuando regresó al cielo dejó como testigos a los apóstoles quienes habían visto sus obras y oído sus enseñanzas. Antes de partir de la tierra, les comisionó a llevar su mensaje a la nación de Israel, a todas las naciones del mundo.

Los apóstoles fueron fieles en cumplir la comisión de Jesús. Veamos quien escribió y que aprendemos del mensaje de ellos.

Hechos 4:8 y 12. Pedro. No hay otro nombre sino Jesús en que tenemos salvación.
Hechos 16:29-31. Pablo y Silas. Cuando creemos en el Señor Jesucristo recibimos la salvación de nuestra alma.
1ª de Juan 5:10-12. Juan. Todos los que creen en Jesús el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no creen en Jesús no tienen vida. Están separados de Dios.

3. Dios confirmó el mensaje de los apóstoles. Hebreos 2:4.
testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

Dios confirmó el mensaje de los apóstoles por medio de señales como el hablar en lenguas desconocidas el día de Pentecostés (Hechos 2:4), milagros como la sanidad del cojo (Hechos 3:6-8), y diversos prodigios como la ceguera de Elimas el mago (Hechos 13:8-11). El Espíritu Santo hizo estos milagros con el fin de comprobar que el mensaje que predicaban los apóstoles venía de Dios. Ya que el Nuevo Testamento ha sido escrito, Dios por lo general no confirma su palabra por medio de milagros. Esta época ya pasó, y él espera que recibamos su palabra por la fe.
¿Esto quiere decir que Dios no hace milagros hoy? Por supuesto que los hace. Cada vez que el Espíritu Santo entra en la vida de una persona es un milagro de amor. A veces en su misericordia Dios sana enfermedades físicas. Todo creyente ha visto el poder y la misericordia de Dios operando en su vida. Lo que pasa es que estas evidencias del poder y del amor de Dios no tienen el propósito de confirmar el mensaje de la Biblia. Esto ya está confirmado. Su propósito es revelar la misericordia y el poder de Dios.